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y el después
La segunda mitad de los noventa viene marcada por el debate en el
                         interior del MOC acerca de la necesidad de profundizar en la estrate-
                         gia de desobediencia civil antimilitarista que ha venido siendo la
                         insumisión. Se trataba de poner en marcha una nueva campaña
                         mediante la que articular las respuestas que requieren, en primer
                         lugar, las transformaciones actuales del modelo militar de defensa, y
                         en segundo término los intentos de amortiguar la repercusión pública
                         que la campaña de insumisión ha tenido en los últimos años, princi-
                         palmente mediante la sustitución de parte de las penas de encarce-
Abolición del Servicio   lamiento con que se ha venido castigando la disidencia antimilitaris-
                         ta por las nuevas modalidades de muerte civil y condena al ostracis-
Militar e insumisión     mo.

en los cuarteles               Finalmente, la insumisión en los cuarteles ve la luz, tras muchos
                         meses de preparación, a principios de 1997. Así, tras un primer paso
                         protagonizado por dos antimilitaristas de la ANOC (Asemblea
                         Nacional de Obxección de Consciéncia) gallega, antimilitaristas insu-
                         misos pertenecientes al MOC han ido respondiendo al llamamiento
                         para incorporarse a filas, sometiéndose en apariencia a la obligato-
                         riedad del Servicio Militar. Una vez obtenida su condición de milita-
                         res, abandonan los cuarteles respectivos para presentar pública y
                         colectivamente su desobediencia mediante acciones noviolentas, pre-



                                                          283
EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA                                                             SOBRE   EL AHORA Y EL DESPUÉS


ferentemente en escenarios ligados con la estructura militar de defen-
sa (cuarteles, gobiernos militares, empresas armamentísticas...).
Hasta el momento son alrededor de 30 los insumisos-desertores que,
procedentes de Bilbao, Pamplona, Elche, Valencia, Tenerife, Madrid,
Valladolid, Sevilla, Cáceres, Galicia, Barcelona, Palma de Mallorca y
Menorca están desarrollando esta nueva forma de desobediencia civil
antimilitarista.




                                                                                INSUMISIÓN EN LOS CUARTELES:
                                                                                     UN PASO ADELANTE (1997)
                                                                                                   Movimiento de Objeción de Conciencia


                                                                                        La insumisión en los cuarteles.
                                                                                  Una nueva estrategia antimilitarista del MOC

                                                                         La insumisión en los cuarteles, como la insumisión hasta ahora
                                                                         practicada, es una estrategia basada en la desobediencia civil. Por
                                                                         ello conviene subrayar desde un primer momento lo siguiente: que
                                                                         la desobediencia no es una práctica sagrada para los antimilitaris-
                                                                         tas y las antimilitaristas, ni constituye tampoco necesariamente su
                                                                         esencia transformadora.

                                                                               La desobediencia para nosotros y nosotras es parte de la pro-
                                                                         puesta de defensa social alternativa a la defensa militar; una herra-
                                                                         mienta de incisión discursiva, la más eficaz que hemos encontrado
                                                                         en la actual situación política, con vocación de transformación de la
                                                                         realidad. Pero es una herramienta que puede ser puesta asimismo


                                  284                                                                    285
EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA                                              SOBRE   EL AHORA Y EL DESPUÉS


al servicio de pretensiones reaccionarias. Por lo tanto, en nuestro     abandonarlo y realizar una presentación única colectiva, explicando
empeño transformador se hace imprescindible ser cuidadosos con          los motivos de la desobediencia.
aquellos aspectos que le confieren un sentido de cambio social: el
discurso y las prácticas que la acompañan.                                    Posteriormente, el insumiso asumiría las consecuencias lega-
                                                                        les que de su acto se deriven y que se materializarán previsible-
                    Respecto al primero, es necesario tener pre-        mente en penas privativas de libertad, determinadas por Tribunales
               sente que el Ejército no es un poder aislado sino        Militares en Consejos de Guerra.
               interrelacionado por completo con el resto de los
               poderes que dan estabilidad al estado de cosas pre-
               sente. Siendo nuestro objetivo provocar una trans-             Por qué y para qué de la insumisión en los cuarteles
               formación de éste, nuestro discurso no debe sola-
               mente referirse a la deslegitimación del Ejército sino   Como ya hemos insistido, nuestro principal objetivo es profundizar
               que debe tener en cuenta una perspectiva globali-        en el proceso deslegitimador del Ejército, evidenciando sus verdade-
               zadora.                                                  ras funciones e iluminando su lado oculto, haciendo especial énfa-
                                                                        sis en el Ejército humanitario y en ese nuevo modelo profesional que
                    En cuanto a las actitudes, no podemos reedi-        la población está percibiendo en ocasiones con un matiz positivo
               tar aquellas que criticamos en otras instituciones.      porque viene a solucionar las tensiones que el mantenimiento de la
               Es imprescindible mantener tanto la coherencia           conscripción causa.
               como la conciencia del superior potencial de trans-
               formación de lo que se hace sobre lo que se dice.              Por lo tanto, nos parece imprescindible enviar un mensaje
                                                                        claro, crítico, repetido y distinto al oficial en el momento en que el
     Se trata para nosotras y nosotros, por lo tanto, no de acabar      «nuevo» Ejército se está alumbrando. Hemos de estar presentes en
con el Ejército sin más, sino de transmitir en el proceso una ética     el nacimiento de la enésima metamorfosis de la
transformadora y emancipatoria a través de discursos y hechos. En       bestia, obstaculizándola antes de que se consoli-
este proceso queremos trabajar para encontrar vías de actuación y       de entre la adhesión acrítica de amplios sectores
expresión que nos permitan aparecer no como un movimiento «anti»,       sociales.
sino constructor de algo alternativo.
                                                                              Nuestro proyecto necesitaba de un medio
             Qué es la insumisión en los cuarteles                      diferente que le aportara la fuerza que lo novedo-
                                                                        so posee para atraer el interés de la sociedad y
La insumisión en los cuarteles quiere ser una nueva estrategia del      cuya imagen no esté tan estrechamente unida a
movimiento antimilitarista en un momento en el que los proyectos        la mili como la de la insumisión que hasta ahora
de cambio en el Ejército exigen una nueva dinamización que nos per-     se ha practicado. Queremos evitar así, en lo posi-
mita hacer frente a la hegemonía del pensamiento único.                 ble, apriorísticas asociaciones de ideas, invitando
                                                                        a otras personas y colectivos a escuchar nuestro
     Básicamente consiste en acudir al cuartel cuando así se le         mensaje y nuestras propuestas.
requiere al joven para, una vez adquirida la condición de militar,



                                 286                                                                       287
EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA                                               SOBRE   EL AHORA Y EL DESPUÉS


     Además, la insumisión en los cuarteles continúa evidenciando                Tras una campaña excesivamente larga, que ha generado ya
que hay un conflicto entre el Ejército y la sociedad que hoy gira en       cierto cansancio tanto en los colectivos como en la sociedad, nos
torno al Servicio Militar pero que, con esta nueva estrategia, trata-      encontramos ahora en un nuevo escenario decorado con nueva legis-
remos de ampliar al modelo de Ejército en gestación, para contribuir       lación y proyectos de cambio en los ejércitos.
al desarrollo y extensión del debate respecto del modelo de defensa
que la sociedad necesita y desea.                                                La aparición de un nuevo Código Penal reconduce la regula-
                                                                           ción legal de la insumisión que, siguiendo la línea marcada por otras
     La insumisión en los cuarteles, estrategia que es compatible          anteriores, trata de ocultar cada vez más la represión. A la vez, se
con otras que han venido desarrollándose y sustituible por cual-           esfuerza por desnaturalizar el debate restándole contenido antimili-
quiera que pudiéramos considerar más adecuada, efectiva y cohe-            tarista y transformador con el fin de que los insumisos aparezcan
rente en un futuro, nos permite además, a nuestro juicio, resituar         como un grupo de insolidarios en conflicto con la sociedad.
el debate de nuevo en el terreno militar, lo cual puede facilitar tanto
la adecuación de nuestro discurso como la percepción social de la                 Parece ser que en alguna medida el debate se está alejando de
          insumisión como una reacción al militarismo en sus múl-          lo militar mientras, paradójicamente, los insumisos, las y los antimi-
          tiples expresiones y no como una vía de escape para inso-        litaristas, entramos en esferas donde vamos a ser nosotros y noso-
          lidarios sociales que merecen reprobación y castigo.             tras, y no los militares, quienes sentimos la necesidad de justificar no
                                                                           sólo nuestra desobediencia, sino incluso nuestra propia existencia.
           Con la insumisión en los cuarteles pretendemos respon-
          der a uno de los principales interrogantes que se nos                 Por otro lado, la irrupción del proyecto de profesionalización
          abren en el presente, a saber: ¿qué podemos hacer para           del Ejército ha trasladado a la sociedad la idea de que «el problema
          acabar con el militarismo en sus metamorfosis actuales?          de los insumisos» está en vías de solución, restándole así a la insu-
          Esta estrategia, como en general la desobediencia civil que      misión un cierto dinamismo social. Esta idea se ha visto reforzada
          hemos venido practicando, supone un trabajo colectivo par-       por el hecho de que algunos de los sectores que han venido apo-
          ticipativo y abierto, frente a la especialización y limitación   yando la insumisión han basado su actitud más en motivos de sim-
creciente en las responsabilidades de la defensa militar que supon-        patía hacia quienes se niegan a hacer la mili o en la solidaridad para
drá la profesionalización del Ejército y las pretensiones de profundi-     con los presos que en una verdadera concienciación sobre el papel
zar el secretismo institucional que rodea a las cuestiones de defensa.     del militarismo en la configuración de nuestras sociedades.
         Insumisión - antimilitarismo: situación actual                         Nos encontramos, en definitiva, en una encrucijada en la cual
                                                                           esta mili en estado terminal es ya parte del pasado, mientras el futu-
Desde que hace unos años pusiéramos en marcha la campaña de                ro se va conformando con los nuevos ejércitos profesionales, meta-
insumisión con tanta ilusión como incertidumbre, hemos ganado en           morfoseados eventualmente en humanitarios, pero secretamente pre-
presencia social y conseguido extender tanto la desobediencia como         parados para mantener el injusto
el discurso y las formas que a ésta han acompañado a sectores              orden internacional que padece-
amplios e ideológicamente muy variados.                                    mos. Un Ejército que sigue en pie
                                                                           porque está al servicio del sosteni-
                                                                           miento de ciertos privilegios y


                                   288                                                                        289
EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA


desigualdades, mientras que su sola existencia supone una agre-
sión a la paz en tanto que el despilfarro que supone el gasto militar
impide destinar recursos necesarios a solventar urgentes carencias
sociales; el florecimiento de una industria militar impulsa y, más
aún, necesita de la existencia de guerras y muerte; etc.

      Los grupos antimilitaristas no podemos permanecer pasivos
antes esta nueva realidad que nos exige un esfuerzo renovado, un
desafío que nos llama a recobrar el impulso y la ilusión, a renovar
el discurso y nuestras prácticas.
                 Nuestra posición ante el Ejército

Aunque como movimiento político transformador nuestro fin último
es la construcción de un nuevo modelo de sociedad, todavía hoy
seguimos creyendo que nuestra prioridad específica es trabajar por
la desaparición de los ejércitos.
                                                                                  INSUMISIÓN EN LOS CUARTELES
     En efecto, la desaparición de los ejércitos no es un fin en sí
                                                                                  SOBRE UN FONDO DE AMAPOLAS
mismo, pero su eventual disolución nos liberaría al menos de uno de                                     (1997)
los principales garantes y condiciones de posibilidad de un orden
injusto, un obstáculo para la transformación social y una amenaza
para una paz verdadera basada en la justicia.                                                                         Carlos Pérez Barranco

      Cuando menos, trabajando por ello contribuimos a que nues-
                                                                          En la prisión militar de Alcalá de Henares, entre las grietas en el
tras sociedades investiguen nuevas formas de resolver los conflictos
                                                                          cemento del suelo de su solitario patio, crece una sorprendente
y, casi necesariamente, a buscar nuevas formas de organización
                                                                          variada flora. Mis conocimientos sobre botánica penitenciaria son
social; análogamente cabe considerar un objetivo en proceso evi-
                                                                          comparables a la utilidad social del programa Eurofighter, pero me
denciar el hecho de que el militarismo no es la única realidad posible.
                                                                          alcanzan para identificar esos colores rojos que nacen de la base del
Consiguientemente, la desaparición de los ejércitos, e incluso el pro-
                                                                          muro de ladrillo interior, a salvo de la mirada de la garita de vigi-
ceso de trabajo colectivo para la consecución de este objetivo, es
                                                                          lancia. Aquí y allá, las amapolas chillan su escandalosamente vivo
imprescindible con vistas a una transformación social.
                                                                          y sólido color hacia arriba y hacia adelante, resistiéndose a ser
                                                                          sometidas por un entorno de cemento, ladrillo y valla metálica, de
     No es, pues, ni un discurso, ni un proyecto, ni un trabajo, ni
                                                                          colores apagados, espacios oscuros, rejas y fluorescentes. Su apa-
un objetivo inútil.
                                                                          riencia es frágil pero consiguen aguantar los estirones del viento y
                                                                          el estruendo regular del vuelo de los aviones de caza. Metafóricas
[Publicado en El Viejo Topo nº 107, mayo 1997]
                                                                          compañeras de desobediencia: floral la suya, civil la mía.


                                   290                                                                    291
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        Hace unos años se dio también esta conjunción de desobe-          po, con el fin de amortiguar su resonancia social, se ha tratado de
diencias. Entonces, esta arquitectura destinada a vigilar y someter       hacer cada vez menos visible la represión ejercida sobre la insumi-
albergó a las primeras oleadas de insumisos. Con un poco de ima-          sión. Éste es el ánimo que hay detrás de medidas como la concesión
ginación uno puede verles andando desnudos por los pasillos al            de privilegios penitenciarios a los insumisos presos (paso inmediato
negarse a vestir el uniforme militar, obligatorio por entonces, o diri-   a régimen abierto) y, más recientemente, la entrada en vigor del
giendo una charla antimilitarista a los desertores encima de una          nuevo Código Penal el pasado año 1996, que inaugura una nueva
mesa del comedor tras haber roto el estricto control que les separa-      línea de represión silenciosa que sustituye a la prisión: la inhabili-
ba de éstos, o intentando completar la palabra INSUMISIÓN sobre           tación absoluta, la muerte civil.
uno de los muros del patio o, en plena huelga de hambre, llegando
al extremo de ejercer una de las peores violencias: la que se dirige              Pero, a pesar de los intentos de amordazarla y envenenarla,
contra tu propio cuerpo...                                                la insumisión ha crecido y florecido irremediablemente hasta llegar
                                                                          a constituirse en «cuestión de Estado». Poca gente podía imaginarse
        En los seis o siete años que van desde entonces hasta ahora,      a comienzos de 1989 que aquellos primeros cincuenta insumisos
las amapolas probablemente han seguido floreciendo muros hacia            que se presentaron públicamente iban a convertirse ocho años más
adentro, contempladas como mucho por algún esporádico desobe-             tarde en alrededor de 15.000, que muchas más personas iban a
diente visceral que descubre su espíritu antimilitarista (o, al menos,    implicarse en mayor o menor grado a través de grupos antimilita-
antimilitar) en el interior de un cuartel. Muros hacia afuera, la insu-   ristas o de apoyo a la insumisión en formas organizativas asamble-
misión dejó de ser percibida por el poder militar como simple rebel-      arias, que la causa de los insumisos despertaría simpatías sólidas
día juvenil, como una protesta inarticulada, y se advirtió su verda-      en medios sociales tan diversos como los judiciales o los periodísti-
dera naturaleza de desobediencia premeditada, consciente y públi-         cos, o que conseguiría contagiar el discurso de la desobediencia civil
ca, su dimensión colectiva, la profundidad del cuestionamiento al         en sectores ideológicos variados.
reclutamiento forzoso y a la misma existencia del ejército, que lan-
zaba a la sociedad su potencial multiplicador y el creciente movi-                Este éxito no ha impedido a la imaginación antimilitarista
miento de simpatía que despertaba. El ejército eludía el debate plan-     continuar trabajando en estos años en la exploración de nuevos
teado por los desobedientes civiles, pidiendo y obteniendo del enton-     caminos para la desobediencia civil. La «insumisión en los cuarte-
ces gobierno socialista protección jurídica a través de una nueva ley     les» es su último hallazgo, la más reciente herramienta de lucha
del servicio militar que la parapetaba tras la justicia civil, encarga-   noviolenta parida después de varios años (demasiados quizás) de
da artificialmente desde ese momento de la impopular tarea de             reflexión, planificación, debate y búsqueda del momento más ade-
reprimir la opción política representada por los insumisos. La nega-      cuado. Una flor desobediente que quiere elevarse como las amapo-
tiva a someterse al reclutamiento forzoso pasó a ser un delito perte-     las de esta cárcel, en medio de un panorama gris hormigón o gris
neciente a la jurisdicción civil.                                         acero, sombrío y nada esperanzador. El anuncio de la desaparición
                                                                          del reclutamiento forzoso en España para principios del próximo
         Paralelamente, los sucesivos gobiernos del partido socialis-     milenio hecho por el gobierno de Aznar el pasado año, no da para
ta acometieron una campaña de verdadera «vacunación» de la opi-           muchas alegrías a pesar del papel significativo que ha jugado la
nión pública contra cualquier asomo de simpatía y apoyo hacia los         insumisión en tal medida, puesto que conduce sin remedio a la pro-
desobedientes, construyendo para ello una imagen oficial de los           fesionalización total del aparato militar y por tanto a su enquista-
insumisos como jóvenes egoístas, insolidarios, vagos y oscuramen-         miento y consolidación.
te relacionados con el entorno del terrorismo etarra. Al mismo tiem-


                                   292                                                                       293
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        El nuevo contexto internacional es, parece, el factor clave                  Ha sido en este año 1997 cuando han empezado a soplar
que impulsa este proceso. Solamente ejércitos de especialistas, más         nuevos vientos de insumisión, encarnados por los quince antimili-
reducidos, móviles y dotados de la última tecnología de la muerte,          taristas de Galicia, Elche, Bilbao, Pamplona, Valencia, Valladolid,
pueden asumir el papel de gendarmes planetarios que tienen asig-            Madrid, Sevilla, Palma de Mallorca y Barcelona, doce del
nado en el desigual e injusto (y por eso no tan nuevo) orden mun-           Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC) y dos de la Asamblea
dial. Por ello, el final de la guerra fría no es el final de la OTAN sino   de Objeción de Conciencia de Galiza (ANOC), que nos hemos dejado
el comienzo de una (vieja) nueva que asegurará en última instancia          disfrazar de soldados plegándonos en apariencia a la obligatoriedad
la continuidad de las relaciones de sometimiento y saqueo del norte         del servicio militar para luego seguir, como dijo George Brassens, «el
sobre el sur. Este es el marco en el que entender el aumento del            primer deber de un soldado consigo mismo: desertar». Pero, eso sí,
gasto militar cuando en nombre de Maastricht se relativizan necesi-         a diferencia de los 2.000 ó 3.000 desertores anuales del ejército
dades sociales básicas, el impulso a la industria armamentística y          español, públicamente, con estruendo y buscando la mayor reso-
la entrada del Estado español en la estructura militar integrada de         nancia posible mediante presentaciones colectivas y acciones
la OTAN. Esta huida hacia adelante del militarismo busca legiti-            noviolentas (strip-teases en gobiernos militares, pintadas de techos
marse socialmente a través de la invención de nuevos enemigos               de barracones de cuarteles, obras simbólicas de demolición de edi-
(como por ejemplo, el terrorismo islámico o, genéricamente, la ines-        ficios militares, ocupaciones de oficinas de empresas armamentísti-
tabilidad política de los estados árabes), y de un humanitarismo            cas...). De nuevo, puesto que los insumisos en los cuarteles adquie-
armado que camufla la responsabilidad del norte en las causas               ren la condición legal de militares, es el ejército el encargado, a tra-
estructurales y el estallido final (a través del tráfico de armas) de los   vés de la justicia militar, de articular la represión contra la disiden-
conflictos que dice aliviar. Todo ello bajo la cobertura de un discur-      cia antimilitarista al menos sobre el papel. En la
so ideológico que martillea insistentemente las palabras «paz»,             práctica, no ha mostrado un excesivo interés en
«seguridad» y «defensa», eso sí, entendidas desde la perspectiva mili-      llevar a cabo tal labor porque solamente cuatro
tar y estatal en el mejor de los casos.                                     de los catorce insumisos en los cuarteles hemos
                                                                            sido encarcelados. La represión selectiva es una
        Evidentemente, nadie excepto una pequeña elite casi sacer-          respuesta ya desplegada contra la insumisión y
dotal ha participado en la confección de esta monstruosidad. Desde          busca romper la identidad colectiva de las estra-
el movimiento antimilitarista del Estado español nos resistimos a           tegias desobedientes, dividir y desmoralizar a los
quedarnos de brazos cruzados, en silencio. Hay que seguir deso-             participantes. Nada de esto ha sucedido.
bedeciendo. La insumisión en los cuarteles hereda la fuerza colecti-
va de la insumisión al uso por ser una profundización de ésta pero,                 Así que la primavera de este año ha vuelto a traer amapolas
a la vez, supone un salto cualitativo que permite distinguirla como         y desobedientes civiles a la prisión militar de Alcalá de Henares. Los
una nueva herramienta para iluminar el lado oculto del militarismo          cuatro, Elías, Ramiro, Plácido y yo hemos «visitado» el interior de
de hoy, participando sin permiso en sus recientes y próximas meta-          esta saturación de instituciones disciplinarias: una cárcel dentro de
morfosis con nuestro cuestionamiento y nuestra opción por una               un cuartel. El colmo del militarismo. Y por tanto, un triste cemen-
alternativa de defensa noviolenta, centrada en la seguridad huma-           terio para libertades como la de expresión y pensamiento, un privi-
na y con la desobediencia civil como herramienta esencial.                  legiado observatorio desde el que constatar la impresentable hipo-
                                                                            cresía que es esencia de la nueva imagen humanitaria y democráti-
                                                                            ca del ejército, cobijo de un rico bestiario que incluye cabecillas del


                                    294                                                                        295
EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA


terrorismo de estado, instrumentos del golpismo, espías de altos
vuelos y, ahora también, antimilitaristas. Cada cual, claro, con su
tratamiento individualizado: teléfonos móviles, comedor privado,
ausencia de rejas y muros para unos, control ideológico para los
otros. Prohibida para nosotros por tanto la posesión de cualquier
material de contenidos antimilitaristas o «favorecedores» de la insu-
misión, verdaderos objetos peligrosos para el «buen orden», la segu-
ridad y la reeducación de los internos de esta cárcel.

        Preocupación vana la del coronel que dirige esta prisión ante
la nada halagüeña perspectiva de tener circulando aquí dentro un
número creciente de materiales antimilitaristas en un soporte espe-
cialmente contagioso y móvil: insumisos en los cuarteles de actitud
tranquila y abierta, cargándose de razón entre estos muros blancos,
y demostrando la firmeza y sinceridad de sus convicciones.

        Con este fondo de amapolas desobedientes, en compañía de
los cerca de cien insumisos que habitan las cárceles del Estado
español.

[Publicado en En Pie de Paz. Primavera 1998, y en Illacrua, nº52, mono-
gráfico “Desobediència!”, 1998]




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... NI EJÉRCITO PROFESIONAL
                                        SUSTITUTORIO (1989)
                                                                   José Luis Gordillo


                 Ahora que el asunto de la OC ha saltado a la primera página de los
                 periódicos y se ha convertido en un tema de debate público, resulta
                 bastante indignante la aparente comprensión hacia los objetores
                 que muestra la prensa liberal o el CDS (Centro Democrático y
                 Social) y su interés en aprovechar el asunto para reivindicar un ejér-
                 cito profesional. Merece la pena por ello insistir una y otra vez en
                 que, desde un punto de vista antimilitarista e igualitarista, tampo-
                 co se está de acuerdo en la propuesta liberal de suplantar el SMO
                 por un ejército profesional.

                         La reivindicación de un ejército profesional, por parte de los
                 liberales, es muy funcional además a la creciente necesidad de los
                 ejércitos de la OTAN de dotarse de personal especializado y cualifi-
                 cado para el manejo de sus tecnificadas máquinas de guerra, o para
                 sus operaciones de «despliegue rápido e intervención inmediata» en
¿Conclusiones?

                                                 299
EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA                                              SOBRE   EL AHORA Y EL DESPUÉS


cualquier punto del planeta en donde peligren los intereses del blo-     seguir coactivamente el aislamiento como carne de cañón de los pro-
que occidental capitalista. Algunos militares españoles ya lo decla-     pios explotados en el aparato de fuerza encargado de garantizar vio-
ran sin demasiados tapujos. Por ejemplo Miguel Alonso Baquer             lentamente la reproducción histórica de su propia explotación. Y
–General de Infantería y ex profesor de Historia del Arte (sic) de la    que esta coacción puede ser directa, como en el Servicio Militar obli-
Guerra en la Escuela de Estado Mayor– afirma en un reciente libro        gatorio, pero también derivada de las condiciones de desigualdad y
suyo (Estrategias para la Defensa. Los elementos estratégicos de la      empobrecimiento que se dan en el sistema capitalista. Así la policía
situación militar en España, Instituto de Estudios Económicos,           (el ingreso a la cual es «voluntario») de los distintos Estados está
Madrid, 1988) que una de la «preferencias de nuestra estrategia          siempre y mayoritariamente integrada por personas procedentes de
actual de defensa» consiste en la «... inmediata disponibilidad, en      los sectores pobres y marginales de la sociedad. En España, por
caso de conflicto bélico, del sector profesional de la sociedad que      ejemplo, muchos policías y guardias civiles son andaluces, extre-
haya sido expresamente preparado para la lucha armada –fuerzas           meños o gallegos pobres. En Italia los carabinieri son en su mayoría
de intervención inmediata– durante los periodos de paz, sobre la         «terronis», como llaman con evidente racismo los milaneses y los
romántica esperanza en el éxito de una movilización de masas» (pág.      turineses a las personas provenientes del sur del país que quieren
39, el subrayado es mío). La misma idea está formulada con más           escapar de la miseria.
claridad unas páginas después: «El problema estratégico español,
con todas las salvedades que en gracia al principio de incertidum-             La tarea policial de matar o repartir mamporros, es un trabajo
bre se quieran introducir, está incardinado, caso de apertura de un      sucio y «desagradable» del que se encargan «voluntariamente» en las
periodo agudo de conflictividad, en tres direcciones preferentes (...)   sociedades clasistas quienes no pueden conseguir otro trabajo, los
más hacia la selectiva convocatoria de combatientes (ejército profe-     pobres y marginados de siempre por pura necesidad de superviven-
sional) que hacia la movilización omnicomprensiva de recursos            cia. Por esa necesidad de supervivencia que no permite demasiados
(ejércitos de masas)» (pág. 54).                                         lujos morales.

      Las palabras de este ex profesor de la Historia del Arte (pos-           Y esos son los que en EE.UU. forman el grueso del ejército pro-
moderno arte, ciertamente) del matar institucionalizado, invitan a       fesional después de haber sido abolida la conscripción.
reflexionar, dicho sea de paso, sobre la excesiva importancia que se
concede a la abolición de la conscripción entre algunos sectores del            Llamar a eso «voluntario» es propio del liberalismo de un
movimiento de objetores. Abolir la conscripción aisladamente y sin       Milton Friedman, quien en su día también reivindicó la sustitución
un crecimiento social de la hegemonía antimilitarista nos dejaría        del ejército de leva por un ejército profesional «voluntario» («Why not
–desde un punto de vista radicalmente pacifista– donde estamos.          a voluntary army?», en The Draft, Sol Tax (ed.), University of Chicago
                                                                         Press, 1967), pero no tienen nada que ver con un pacifismo antimi-
      Pero volviendo a lo que nos ocupa, lo más repugnante de esta       litarista o igualitarista.
actitud liberal, aparentemente comprensiva con los objetores de
conciencia, es la caracterización que hacen de su alternativa de ejér-        Además, en las actuales circunstancias y en sociedades hedo-
cito profesional como de «mili voluntaria».                              nistas y crecientemente despolitizadas como la nuestra, la plena
                                                                         profesionalización del ejército puede dar lugar a situaciones como la
     Afirmar esto implica callar que una de las principales perver-      descrita por un profesor norteamericano en el número 53 de La
siones morales del capitalismo ha consistido desde siempre en con-       Puça i el General.


                                  300                                                                       301
EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA


           Este profesor había combatido en la guerra del Vietnam
para pasar más tarde a adoptar una posición crítica frente a la
misma. Durante la crisis de los rehenes iraníes, por curiosidad,
pidió a sus alumnos una votación a mano alzada para saber cuán-
tos de ellos apoyarían una guerra norteamericana contra Irán. La
inmensa mayoría estaba a favor de la guerra. A continuación pre-
guntó cuántos serían favorables al retorno del Servicio Militar obli-
gatorio. La inmensa mayoría estaba en contra. Es decir, al igual que
Dan Quaile o Sylvester Stallone (evasor asimismo de la conscripción
durante la guerra del Vietnam según explica el mismo profesor),
todos eran muy patriotas a condición de dejar las faenas de matari-
fe a los que siempre han hecho los trabajos sucios y desagradables.

        Por eso, junto a la reivindicación de la abolición de la cons-
cripción militar y dándole tanta o más importancia si cabe, es pre-
ciso insistir incansablemente en que por razones de ética pacifista o             ÚLTIMAS PALABRAS: SOBRE EL
igualitaria no se quiere ni Servicio Militar obligatorio ni ejército pro-
fesional sustitutorio, sino la abolición de todos los ejércitos. Más           AYER, EL HOY Y EL MAÑANA (1996)
que nada para que no se nos confunda con «liberales» como
Fernando Savater o Adolfo Suárez o el citado Milton Friedman, con                                                            Ramón Carratalá
los cuales por supuesto no tenemos nada en común.

[Publicado en En Pie de Paz nº 12, enero/febrero/marzo de 1989; pág. 5.]    Soy de los que creen que el sentido de mirar hacia atrás, de recor-
                                                                            dar y analizar la historia, es el de aprender y comprender para
                                                                            seguir caminando hacia delante. Por ello tras ofreceros todas estas
                                                                            páginas de historia, quisiera terminar echando un vistazo a la
                                                                            actualidad. Como para muestra vale un botón, sólo me referiré a un
                                                                            par de cosas... Llama la atención la recuperación por parte del
                                                                            reciente Código Penal, el que llaman “de la Democracia”, del espíri-
                                                                            tu legislador del ala más ultraconservadora del franquismo, al
                                                                            menos en cuanto al tema que nos ocupa. Quizá pueden parecer
                                                                            palabras muy duras, pero por desgracia, para los que tenemos
                                                                            memoria, lo que últimamente se viene llamando por parte de los
                                                                            propios legisladores “muerte civil” de los objetores insumisos (los
                                                                            objetores que como hemos visto sostienen sus ideas hasta las últi-
                                                                            mas consecuencias) nos recuerda otras cosas.




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EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA                                               SOBRE   EL AHORA Y EL DESPUÉS


         En 1971, el Gobierno envió una ley tratando de suavizar el        sufrir cárcel... No soy capaz de resistir la tentación de transcribir
problema de los objetores de conciencia. Tras ser discutido en la          aquí las palabras de alguien cuya posición política está fuera de
Comisión de Defensa Nacional de las Cortes, el proyecto dictamina-         toda sospecha, y al que no se puede acusar de veleidades antimili-
do resultó finalmente tan demencial que el propio Gobierno tuvo            taristas de ningún tipo. En el debate sobre el proyecto de ley de
que utilizar su prerrogativa para retirarlo. El proyecto que salió de      1971, Blas Piñar terminaba su intervención con las siguientes pala-
la comisión, entre otras cosas, preveía una inhabilitación especial        bras:
que impediría a los objetores ejercer la enseñanza pública o priva-
da. Asimismo, la ley del Código de Justicia Militar de 1973 preveía             «Así pues, me opongo totalmente a la objeción de conciencia a
para los objetores la «incapacidad de ejercer derechos público,                 la prestación del SM, me opongo al proyecto del Gobierno y al
ostentar cargos y funciones públicas, establecer relaciones labora-             informe de la Ponencia y a cualquier otro proyecto de ese tipo.
bles y contractuales de todo orden con Entidades públicas o sub-                Quiero advertir que el informe de la Ponencia no resuelve el
vencionadas o intervenidas por el Estado, coentidades paraestatales             problema: quedan al margen [de la ley] los objetores de con-
autónomas y con las corporaciones de administración local, así                  ciencia por convicciones religiosas no acreditadas por su credo
como para la docencia...». La rehabilitación sólo se obtenía por                religioso, los de carácter no religioso, y los que, no queriendo
medio del arrepentimiento y posterior cumplimiento del SM, o tras               hacer el SM, tampoco aceptan un servicio militar sin armas ni
sobrepasar la edad militar, que por entonces era de 38 años. ¡Es                un servicio civil supletorio. La única solución que propongo y
triste pensar que el código penal de una sociedad civil democrática             reitero es que no cabe más que una serie de resoluciones
pueda equipararse en algún sentido a un código militar de una dic-              valientes: SM voluntario, SM con varias modalidades, etc».
tadura! Y aún es más sangrante cuando otro de los temas de máxi-
ma actualidad es el compromiso político de abolir en un plazo muy          Y Jesús Viñas –uno de los cinco primeros de Can Serra–, desde posi-
breve el SMO. Porque ello significa que se va a castigar con una           ciones muy diferentes, opinaba para el libro de Xavi Rius La
dureza extraordinaria algo que se espera que dentro de muy pocos           Objeción de Conciencia, que probablemente el Ejército mismo aca-
años no sea delito.                                                        baría aboliendo la conscripción por motivos de eficacia y operativi-
                                                                           dad, pero que entonces habría que trasformar la lucha hacia otras
         Y ese tema, el del Ejército profesional o voluntario, es la       facetas del militarismo. Me viene a la cabeza que cuando en enero
segunda cosa de la que quería hablar... Desde luego, desde nuestro         de 1977 se publicó el decreto sobre OC, los objetores que estaban
punto de vista, el que los jóvenes no tengan que dedicar un tiempo         haciendo los SC y los restantes miembros de los colectivos de novio-
de su vida, de manera forzada, a recibir formación militar y a             lencia de todo el Estado (mujeres y hombres que no estaban en
desempeñar funciones militares, representa un bien considerable            situación de hacer su objeción) nos unimos aún más, creamos el
para la vida personal de dichos jóvenes. Pero no era ese en absolu-        MOC y sacamos una pegatina. Cuando llegue el día en que desapa-
to el objetivo de nuestra objeción como cualquiera puede deducir de        rezca la mili para dejar paso a un Ejército más “moderno”, la ins-
todo lo leído hasta ahora. Nosotros no hemos pretendido acabar con         cripción que había al pie de aquella pegatina seguirá siendo tan váli-
el SMO, o al menos no era ese nuestro objetivo último. Lo que pre-         da como entonces: LA LUCHA CONTINÚA.
tendemos es una transformación social en la cual no hay lugar para
ejércitos de ningún tipo, ni para el militarismo. Para desear un
Ejército profesional no es preciso ser objetor, ni pacifista, ni antimi-
litarista, ni noviolento; para conseguirlo no era preciso ni luchar, ni


                                   304                                                                        305
MIRANDO ATRÁS, MIRANDO
                         ADELANTE (1998)
                                              Gonzalo Arias Bonet


Yo no he sido objetor de conciencia. Cuando terminé mi servicio
militar, hace ya casi medio siglo, estaba convencido de haber cum-
plido mi deber de buen ciudadano. Puedo jactarme, no obstante, de
haber sido un pionero dentro de mi generación en percatarme del
profundo significado de la objeción de conciencia y de la noviolencia
(quizá debería decir «la objeción de conciencia noviolenta») como
pasos cruciales e insoslayables en el proceso de socialización huma-
na, y de haber traducido ese convencimiento en actos concretos de
apoyo a Pepe Beunza y a sus primeros seguidores. Por eso, sin
duda, se me pide ahora una breve reflexión sobre la lucha de los
objetores en España.

        El factor generacional condiciona indudablemente mis
vivencias de aquellas luchas y mi reflexión de ahora. Otros factores
pueden contribuir a ello (temperamento, educación...), pero es segu-


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EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA                                              SOBRE   EL AHORA Y EL DESPUÉS


ro que los veinte o veinticinco años que me separan de la generación     do o manifiesto en el conjunto de la sociedad, está dentro de noso-
de aquellos primeros objetores, y los muchos más de diferencia con       tros mismos, y es la creencia difusa —compartida tal vez aún por la
los insumisos actuales, explican diferencias de enfoque y de apre-       mayoría— de que la sociedad necesita una cierta violencia «justa»
ciación.                                                                 para defenderse y subsistir, y que por lo tanto los ejércitos son nece-
                                                                         sarios. Los militares, no sin razón, se consideran cumplidores de un
         Hay ante todo una diferencia que juega contra mí. Se trata      mandato de la sociedad. Estoy seguro de que muchos jóvenes insu-
del que llamaré «radicalismo táctico» de muchos de los que se sitú-      misos comparten esta manera de ver y respetan la conciencia del
an en vanguardia de la lucha antimilitarista. Recordemos que los         militar tradicional, de la misma manera que piden respeto para su
primeros objetores reivindicaban la creación de un servicio civil sus-   propia conciencia.
titutorio e incluso muchos aceptaban que tal servicio fuese de más
duración que el militar, lo que me parecía acertado dadas las cir-                Partiendo de esta constatación de que los ejércitos encuen-
cunstancias. Cuando se empezó a hablar de insumisión, lo creí un         tran su justificación en un mandato tácito de la sociedad, podemos
error táctico, dado el riesgo de pasar por insolidarios ante una opi-    decir que el gran mérito de objetores e insumisos españoles ha sido
nión pública inmadura y fácilmente manipulable. Pero la rápida           conseguir, en un plazo relativamente corto si nos atenemos al ritmo
evolución de la opinión y de los acontecimientos ha venido a dar la      de evolución en países de nuestro entorno, que se tambalee esa jus-
razón a los insumisos. Son ellos, aunque los políticos pretendan dar     tificación. Hace treinta años el profetismo de los objetores podía
otra visión de las cosas, quienes han conseguido, aplaudidos por         parecer quimérico. Hoy han alcanzado las reivindicaciones explíci-
amplísimos sectores de la opinión, dar al traste con la opresora ins-    tas de entonces, y llevan camino de conseguir mucho más.
titución de la conscripción militar.
                                                                                 La sociedad, gracias al grito de conciencia de sus jóvenes
       En vísperas de la extinción de ésta, algunos insumisos acen-      más lúcidos, se ha ido concienciando sobre la sinrazón de la «defen-
túan todavía su combatividad y su radicalismo, con la táctica de         sa armada», es decir del adiestramiento y la preparación sistemáti-
«insumisión en los cuarteles», que por su carácter de provocación tal    cos de recursos materiales y humanos destinados a producir muer-
vez innecesaria suscita en mí alguna duda. Pero esta vez, aleccio-       te y destrucción. El ciudadano se percata cada vez más de la gran
nado por mi equivocación anterior, no me atreveré a decir que es un      mentira de que los ejércitos le defienden.
error.
                                                                                  Hay que ir más lejos. Hay que hacer que el ciudadano
        Descarto, sin embargo, que sea sólo la edad o las reminis-       corriente comprenda plenamente que un país civilizado y moderno
cencias de otros tiempos lo que me lleva a distanciarme del tipo de      puede subsistir sin industria de guerra y sin una institución encar-
antimilitarismo irrespetuoso de las conciencias ajenas que se com-       gada de planificar la guerra. Hay que hacerle vislumbrar el horizon-
place en caricaturizar sistemáticamente a los militares como encar-      te ilusionante de una dedicación a obras sociales y ayuda al tercer
nación de la fuerza bruta y culpables únicos de las guerras. Esa         mundo de las sumas billonarias que ahora se aplican a preparar
clase de antimilitarismo agrio e insultante existe, pero no debe         acciones mortíferas dentro o fuera de las fronteras. Hay que seguir
tomarse como representativo de los objetores. El pensamiento             denunciando y contrarrestando la propaganda militarista que trata
noviolento, inspirador de los más lúcidos objetores e insumisos,         de presentar como motivo de orgullo la participación española en
sabe que el enemigo a combatir no se encarna en unos individuos,         misiones de la OTAN o de las Naciones Unidas de eficacia más que
una profesión o un sector de la sociedad: el enemigo está agazapa-       dudosa, y que silencia o minimiza en cambio las muy valiosas ini-


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ciativas de las ONG.

        Mi mensaje actual a objetores e insumisos sería este: pres-
tad más atención a la elaboración de planes sobre la manera de lle-
nar el hueco que dejarían los actuales ejércitos. Presentad tales pla-
nes como realizables aquí y ahora. Podéis discutir si conviene
hablar de supresión del ejército, de su sustitución por unas briga-
das de paz, por un servicio civil para la paz o algo parecido, o si es
preferible más bien proponer una transformación radical del ejérci-
to actual en un ejército noviolento. Lo importante es divulgar la doc-
trina de la defensa noviolenta, conseguir que deje de verse como
utopía irrealizable, y aunar voluntades para propugnarla.




                                                                                        ¿ES POSIBLE UNA SOCIEDAD
                                                                                                  INSUMISA? (1996)
                                                                                                                                 Rafael Ajangiz



                                                                         Se apelotonan los aniversarios en este tramo final del siglo y no sé
                                                                         muy bien cómo asimilarlo. Por un lado percibo con satisfacción que
                                                                         es posible la promiscuidad, que la simultaneidad lo abraza, confun-
                                                                         de y relativiza, que hay un espacio compartido. Pero por otro me
                                                                         desconcierta ver que, en vez de unirse definitivamente para poten-
                                                                         ciar ese espacio, parece que rivalizan y compiten entre ellos para
                                                                         hacerse un hueco, sabedores de que al final algunos habrán de cele-
                                                                         brarse y que otros apenas llegarán a nombrarse. Por si acaso, corro
                                                                         a nombrar mis más cercanos: setenta y cinco años de la
                                                                         Internacional de Resistentes a la Guerra, veinte del Movimiento de
                                                                         Objeción de Conciencia, diez de insumisión.

                                                                              Diez años también de En Pie de Paz. Esta saludable revista,
                                                                         que nació de un fracaso relativo del movimiento pacifista/antimili-


                                  310                                                                   311
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tarista, ha sido cómplice y testigo fiel de este éxito del movimiento    repetido hasta la saciedad, nosotros/as entendemos el antimilita-
antimilitarista/pacifista, necesariamente relativo también, que es la    rismo como un compromiso de lucha por la justicia social, por un
insumisión. Estoy, por tanto, en el lugar y en el momento perfecto       cambio radical de las relaciones humanas y sociales –basta repasar
para resumir el pasado y así pensar mejor el futuro. Y es desde las      nuestros escritos en En Pie de Paz para comprobar que hemos ser-
razones y sinrazones de ese juego entre pacifismo y antimilitarismo      moneado sobre todo: género, ecología, educación, economía, rela-
desde donde me resulta más sugerente hacerlo.                            ciones internacionales, autodeterminación, participación política...
                                                                         Y ahí entre lo verde, lo rojo, lo violeta y lo que haga falta para com-
     Los/as insumisos/as hemos oído ya muchas veces eso de que           pletar el arco iris alternativo.
somos buena gente, que tenemos razón, que hay que quitar la mili,
que nuestra postura es de admirar, que no hay derecho a que nos                Esta globalidad es la que nos hermana y la que nos permite
metan en la cárcel y que merecemos todo el apoyo del mundo. Y nos        intersubjetivizar nuestras experiencias, la que hace posible y la vez
apoyan, y estamos encantados/as. Es lo que esperamos de nuestras         indeclinable que profundicemos en las movilizaciones como la insu-
madres y padres, de los/as amigos/as y de la sociedad en abstrac-        misión. Y es que los/as antimilitaristas, no sólo individualmente,
to. Es un puntazo que sean cómplices de una desobediencia y que          sino sobre todo colectivamente, hemos vivido la evolución de la obje-
sean capaces de razonarla y defenderla a su manera.                      ción a la insumisión como un aprendizaje intenso e integral y tene-
                                                                         mos cosas que contar y compartir.
      Pero nuestras expectativas para con las gentes del abanico
pacifista y alternativo en general son razonablemente distintas. La            Por ejemplo, que hemos aprendido a pensar y a tomar decisio-
insumisión es mucho más que una defensa de la libertad individual        nes compartidas. Y eso que cada cual era de su madre y de su
o que una cuestión de conciencia y coherencia personal, es un pro-       padre. Quiero decir que había de todo entre nosotros/as: formados
yecto de sociedad puesto en marcha. Por eso considero decepcio-          /as en las más diversas ideologías, de esas que lo explican todo o
nante, y no quiero que nadie se ofenda, que entre compañeros/as          casi todo, informados/as pero no formados/as en ideología alguna,
de utopía sea tan escaso el debate sobre los contenidos más centra-      y también desinformados/as –hoy adjetivarían al movimiento de
les de ese proyecto societario, o que incluso alguien pueda llegar a     plural, ¡qué tontería!. Y la verdad es que eso no constituyó ningún
decir que la insumisión no tiene otra traducción política que la         problema. Simplemente recurrimos al sentido común, nos pareció
desaparición de la conscripción y la reformulación del modelo de         de lo más natural volcar ese todo sobre la asamblea, derretirlo en
defensa. Sobre todo, y aquí está la contradicción, cuando al mismo       un melting pot en el que, huelga decirlo, nunca hubo un a priori
tiempo se reivindica la tarea colectiva de construir una nueva cul-      indiscutible, y cuyo resultado final era lo que terminaba pasando el
tura de paz y de igualdad.                                               tamiz del consenso. Un consenso que, por otra parte y como resul-
                                                                         tado de nuevas incorporaciones, era algo siempre inacabado, imper-
      No sé si la razón de ese reduccionismo se encuentra en una         fecto, en constante reelaboración.
opción por reformar el modelo básico de democracia formal y de
organización social que tenemos, pero evitando que se descompon-              No éramos de nadie. Lo que salía de allí era lo que nosotros/as
ga el orden establecido. O si se entiende por militarización y milita-   decidíamos, ideológica, organizativa y estratégicamente. Y a su vez
rismo sólo aquello que tiene que ver con armas y militares. En cuyo      esos consensos, como la pescadilla que se muerde la cola, nos defi-
caso, evidentemente no estamos de acuerdo. Muy brevemente, como          nían a nosotros/as. Y ello unido a las solidaridades y lazos afectivos
se refleja en nuestra declaración ideológica [del MOC] y como hemos      que se dan en todo proceso colectivo y a ese subidón de adrenalina


                                  312                                                                       313
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que es jugarse la libertad dio como resultado lo que los doctores lla-      lencia de participación igual a voto de representación –y de paso esa
man identidad colectiva y que nosotros/as llamamos movimiento.              otra de movilización igual a manifestación convocada para refrendar
                                                                            al representante.
      Ideológicamente, esa identidad colectiva se fue convirtiendo en
vacuna contra el pragmatismo radical, ese que vicia la política de                Pero, claro, toda lucha hace frontera con sus obviedades. Y la
partidos. ¿Que por qué? Pues porque vivíamos la incertidumbre de            nuestra es que no teníamos poder, no éramos nadie en el juego polí-
un proyecto siempre inacabado, siempre decidiéndose, obligada-              tico, tan sólo portadores/as de unas ideas tan ambiciosas como
mente utópico. Un proyecto que no se construía sobre pasos nece-            poco prácticas, de unos discursos que encajaban mal con los pro-
sarios o un diseño preestablecido, sino en referencia constante a           gramas de nuestro entorno más próximo. Y entonces decidimos
unas líneas maestras tan imposibles como irrenunciables. Y la uto-          desobedecer. Primero por coherencia, todo hay que decirlo, era
pía no es algo que nos podamos jugar a la carta de los pactos a corto       nuestra forma de ser. Pero luego porque la desobediencia nos hacía
y de los posibilismos de la política formal. Y es que además éramos         fuertes. Y es que empezamos a comprobar la certeza de ese pensa-
un poco mesiánicos/as: ese proyecto nos trascendía, no era nuestro          miento típicamente libertario que dice que el de arriba se mantiene
bienestar lo que perseguíamos sino el de la sociedad, el bien común.        sobre nuestro consentimiento. Una desobediencia noviolenta, claro,
                                                                            no podría reproducir lo que no aceptábamos.
      Organizativamente, estaba muy claro que había que materiali-
zar, ensayar el futuro. Se hace camino al andar, el árbol está en la             Hasta aquí la teoría, una teoría que debería bastar para enten-
semilla, y todo eso. Y si queríamos una sociedad horizontal e igua-         der por qué éramos tan pesados/as en ciertas cosas allá por el refe-
litaria, lo más natural era trabajar en asamblea y prescindir de car-       réndum, que nos ganaron –nos llevaron a su mesa de juego, a jugar
gos, jerarquías o diferenciación de funciones. Y allí lo social y lo per-   con sus cartas, y nos empujaron a apostarlo todo a una carta; una
sonal se confundían, se determinaban recíprocamente. La asamblea            y no más, nos prometimos. Si bien no todo era teoría, también había
era el triunfo de lo colectivo y el consenso era el triunfo del indivi-     una práctica, la de la colectiva, los sobrevenidos, la educación para
duo. El valor ejecutivo de una asamblea de voluntarios/as se cimen-         la paz, la objeción fiscal, los campos de tiro... Es decir, que había
taba en que el compromiso era a la vez de todos/as y cada uno/a.            una base, ciertamente sólida, cuando nos llegó el momento de la
Ah, y las asambleas se subsumían en asambleas mayores, de tal               verdad, el momento de la desobediencia. Y montamos la insumisión.
manera que el movimiento se convertía en un red de redes donde la
distancias físicas no se traducían en distancias políticas y donde               Nadie decidió por nosotros/as, lo decidimos en asamblea,
hablar de centro y periferia no tenía sentido.                              entre todos/as. No fue una apuesta sino un caminar sobre seguro,
                                                                            sobre el seguro de nuestra propia grupalidad construida de convic-
        Estratégicamente, el punto de salida y de llegada era la            ciones y solidaridades –esta es la fuerza que sostiene a quien se
sociedad. Había que implicarla activamente en su propia transfor-           enfrenta a la cárcel. Elegimos el conflicto sabiendo que la represión
mación, convertirla en la protagonista de su propio destino, eso de         se metamorfoseaba en un coste de legitimación para el represor y,
recuperar el poder prestado y ejercerlo, eso de la autodeterminación        al mismo tiempo, en catalizador de procesos alternativos de partici-
autodeterminada. Aquí el discurso era importante: la movilización           pación política, de autogestión social. Que la sociedad se entiende y
del consenso antecede –y acompaña siempre– a la movilización                se construye desde la utopía compartida y no a partir de complejas
social. Pero igual de importante era diseñar herramientas que tra-          matrices de elecciones racionales en función del ratio coste/benefi-
dujesen el consenso en acción y rompiesen la esclavizante equiva-           cio de cada cual.


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      Y metimos las manos en el barro, y nos las manchamos bien,           hace y deshace el poder, y esa atracción fatal nos impide ver lo apro-
no crean, porque conocíamos los límites, la coherencia de nuestro          vechable que hay en nosotros/as mismos/as y en las pequeñas
proyecto, nuestra propia identidad colectiva. Y en la vorágine de la       cosas que conseguimos hacer funcionar, las que en verdad cons-
acción aprendimos más cosas. Aprendimos a relacionarnos con la             truyen la sociedad del futuro. Hay propuestas creativas y globales
selva mediática, a proveer formatos noticiables que se autoexplica-        en marcha y una de ellas es la insumisión. ¿La conocemos? Pues
ban sin palabras. Aprendimos a servirnos de la potencia simbólica          comprobar si todos los verbos que hay en este artículo tienen tam-
de las instituciones y de las mediaciones políticas y a evitar que         bién conjugación es muy fácil: basta con acercarse al movimiento
decidieran por nosotros/as, a movernos con soltura por encima de           antimilitarista –salvando algunas distancias geográficas si hace
las barricadas de siempre para construir consensos resistentes a la        falta–, y sumergirse un poquito en él. Las puertas están abiertas,
manipulación partidaria. Aprendimos a crecer organizativamente, a          como siempre. Sean todos/as bienvenidos/as.
ser eficaces sin pervertir los modos, a no depender económicamen-
te de nadie. Aprendimos a combatir el desaliento de los abandonos,
la frustración de los fracasos, el cansancio de la rutina, aprendimos
de nosotros/as mismos/as.

     Han pasado algunos años de eso –a mí personalmente me
parece un siglo– y han pasado muchas cosas en el mundo, también
en nuestro mundo alternativo: algunas movilizaciones se han apa-
gado y otras han nacido. Hay quien dice que es ley de vida. También
quien se mortifica con el sonsonete de que son malos tiempos para
la música. Ahí, en este tipo de creencias, es precisamente donde la
movilización antimilitarista tiene el valor de la excepción: lleva vein-
te años dando la vara y su insumisión sigue siendo hoy de lo más
contundente que podemos llevarnos a la boca.

      Con todo, habrá personas que no estén de acuerdo con lo
escrito, que me acusen de haber exagerado las tintas. Y con razón.
Ninguna realidad es tan perfecta. Pero tampoco tan imperfecta como
para pasarla por alto. Es decir, que si la insumisión funciona y
los/as que estamos en ella consideramos que no hemos renunciado
a los principios que nos definen como personas y como movimiento,
algo habrá que merezca la pena para otras gentes hermanas. Y vice-
versa, claro, el aprendizaje vicario es una necesidad de todos/as.

     Los/as del arcoiris gastamos más tiempo en hablar de eman-
cipación que en emanciparnos. Llevamos demasiados años reivindi-
cando, mirando hacia arriba, volcados/as en la denuncia de lo que


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ESTÁN USTEDES HABLANDO CON UN
             DELINCUENTE (1997)
                                                          Xabier Agirre


   Xabi Agirre fue invitado en mayo de 1997 a declarar como especialista
ante la Comisión Mixta Congreso-Senado encargada de tratar la transición
al nuevo modelo de Fuerzas Armadas: el escrito que a continuación podrás
  leer -publicado asimismo en la revista El Viejo Topo, nº 111, octubre de
         1997- fue su intervención de 21 puntos ante Sus Señorías]

Buenas tardes tengan ustedes y gracias por su invitación. Mi nom-
bre es Xabier Agirre Aranburu. He venido directamente desde La
Haya (Países Bajos) donde estoy trabajando en la Fiscalía del
Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia y Ruanda,
gracias a una beca concedida por el Ararteko (Defensor del Pueblo
del País Vasco); el mismo Xabier Markiegi ha comparecido ante esta
Comisión hace unas semanas. Tengo entendido que las razones
para invitarme han sido diversos estudios elaborados y mi expe-
riencia personal sobre las cuestiones que les ocupan. Pueden uste-
des ver mis contribuciones en el dossier que les he entregado. Mis



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opiniones se expresan a título particular.                               electorales. Luego vendrían las reformas del año 91 y otras, inclu-
                                                                         yendo numerosos esfuerzos por disuadir la Objeción de Conciencia
      1. He de comenzar advirtiéndoles que, de acuerdo con las leyes     y castigar la insumisión.
que ustedes mismos han aprobado, están ustedes hablando con un
delincuente. Soy insumiso, juzgado y condenado a un año de pri-               5. Pero la abolición del Servicio Militar Obligatorio era una
sión, y en el momento actual me encuentro en libertad provisional.       cuestión elemental de derechos humanos y libertades democráticas.
Sus leyes me han convertido en un delincuente, pero no han podi-         Si desde el XVIII entendemos que la democracia es el régimen de la
do impedir que me sienta orgulloso de mi delito, que hago lo posible     voluntad popular y los derechos humanos, no podía haber institu-
por extender.                                                            ción más opuesta a ambos criterios, más antidemocrática, que el
                                                                         reclutamiento militar forzoso. Desde el derecho a la libertad hasta,
      2. Precisamente por mi condición de insumiso es hoy para mí        en ocasiones, el derecho a la vida, el Servicio Militar atentaba direc-
una satisfacción estar aquí, participando en las últimas etapas del      tamente contra los principios más elementales de la dignidad huma-
proceso de abolición del Servicio Militar Obligatorio. Hoy puedo         na y ciudadana. Que la voluntad popular era contraria a su mante-
decir ante ustedes con legítimo orgullo que soy parte del colectivo de   nimiento era algo del todo evidente. Y sin embargo durante años el
insumisos, porque sé que, sin nuestro esfuerzo, ustedes probable-        esfuerzo de muchos de ustedes ha sido primordialmente marginar y
mente no estarían hoy aquí reunidos.                                     castigar a quienes, asumiendo compromisos y riesgos personales,
                                                                         estaban reclamando el fin de esta imposición humillante.
      3. Ha sido preciso andar un largo camino para llegar hasta este
punto. Han de saber y ser conscientes de que hay poco de espontá-             6. Veo a la gente más joven que yo y tengo la satisfacción de
neo en el fenómeno de la insumisión. Se trata del fruto de mucho         saber que ellos no tendrán que pasar por la humillación de vestir un
esfuerzo anónimo, del trabajo organizado del movimiento antimili-        uniforme militar contra su voluntad, ni tendrán que simular ningu-
tarista. Cuando la mayoría de ustedes no prestaban mayor atención        na enfermedad para evitarlo, ni tendrán que acabar en la cárcel si
a este tema, nosotros ya nos pasábamos días enteros discutiendo en       deciden oponerse. Me felicito por ello, y nos encargaremos de expli-
nuestras asambleas, viajando para aprender de compañeros y com-          carles a las generaciones que van a verse liberadas de esta servi-
pañeras y de víctimas del militarismo en otros países, nos prepará-      dumbre que esto fue posible porque antes que ellos un puñado de
bamos cuidadosamente para la desobediencia civil contra el               hombres y mujeres libres decidieron organizarse, luchar y desobe-
Ejército; no sólo para luchar por la abolición del Servicio Militar      decer las órdenes militares sin esperar a que los políticos resolvie-
Obligatorio, sino para hacer además de este acontecimiento un paso       ran este problema ni atender a sus consejos de obediencia.
de desmilitarización social, para acercarnos de esta manera hacia la
abolición efectiva del mismo Ejército.                                         7. La abolición de la mili es una conquista social histórica.
                                                                         Cientos de miles de personas, la sociedad entera, se va a ver direc-
     4. Cuando en 1989 empezamos a presentarnos ante los                 tamente beneficiada por el fin de esta imposición, y en gran parte
Gobiernos Militares, expresando de manera pública, directa y novio-      deberán estar agradecidas al movimiento antimilitarista y a los
lenta nuestra desobediencia, la mayoría de la gente pensaba que la       insumisos por ello. Si se olvida o menosprecia la contribución de la
abolición de la mili era inconcebible, una locura radical. Sin embar-    insumisión a esta conquista social, como pretende el discurso ofi-
go en las elecciones de aquel mismo año sus partidos políticos toma-     cial de la profesionalización, con su jerga tecnocrática y su oportu-
ron nota de la cuestión y el tema entró en la feria de las promesas      nismo político, será preciso reivindicar una y otra vez la memoria de


                                  320                                                                       321
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todo el trabajo colectivo, la movilización y represión que fueron        problemas de impopularidad, de persistente deslegitimación. Y el
necesarias para alcanzar la abolición del Servicio Militar               nuestro, por el contrario, en celebrar esta impopularidad de lo mili-
Obligatorio.                                                             tar como un síntoma de salud moral e ideológica de nuestra socie-
                                                                         dad, y hacer lo posible por ahondarla y darle consciencia política,
      8. Ahora los insumisos y antimilitaristas podemos sentarnos y      hasta alcanzar a disolver por completo la institución militar.
contemplar satisfechos el espectáculo del fin de la mili, y seguir con
interés todas las dificultades que ustedes se están encontrando para           12. Los planes oficiales, y en concreto el informe “Nuevo
hacer realidad esta medida, al mismo tiempo tan popular y tan difí-      Modelo de Fuerzas Armadas” que inauguró las sesiones de esta
cil de realizar sin dañar el sistema militar.                            Comisión, vienen acompañados de declaraciones grandilocuentes
                                                                         del tipo: “el objetivo que se persigue no es profesionalizar las actua-
      9. ¿Han pensado ustedes sobre lo absurdo de la represión con-      les Fuerzas Armadas, sino algo más ambicioso: construir unas nue-
tra los insumisos? Ustedes siguen castigando a jóvenes por oponer-       vas Fuerzas Armadas profesionales”, y otras similares. Este género
se a una institución cuya abolición ustedes mismos ya han asumi-         de declaraciones constituyen una exageración publicitaria, una
do. La conducta de los insumisos no presenta peligrosidad social         manera de hacer más atractivo el producto, y no están en modo
alguna. Lejos de amenazar a nuestra sociedad, es vista con simpa-        alguno justificadas por los planes expuestos, que son básicamente
tía por amplios sectores, y como ustedes saben, los estudios de opi-     una serie de especulaciones estadísticas y medidas de viabilidad
nión coinciden en señalar que nuestra sociedad desaprueba la             incierta, concebidas precipitadamente para realizar la abolición de
represión contra este colectivo. Por este motivo, en buena lógica        la mili de la manera menos traumática para la estructura militar.
democrática, el castigo penal no tiene ninguna justificación.
Ustedes además han aprobado nuevas formas de represión aún si                  13. Prácticamente se puede decir que los únicos aspectos vera-
cabe más infames contra los insumisos, como es la inhabilitación,        ces del informe del Ministerio de Defensa aparecen al referirse a las
utilizando la presión y la ansiedad que las dificultades para encon-     dificultades prácticas para establecer un Ejército profesional.
trar un empleo provocan entre los jóvenes como un instrumento de
represión. Si esta es su sensibilidad a una cuestión de esta impor-            14. La primera de ellas, la financiación, pues no se puede
tancia, quién puede extrañarse de que la falta de interés e ilusión      obviar la impopularidad del gasto militar: “la sociedad... es reacia al
por el sistema democrático se extienda entre los jóvenes.                incremento del gasto de Defensa”. Se reconoce que el gasto militar
                                                                         es impopular, pero en lugar de atender a esta sensibilidad y reducir
      10. La guerra es el asesinato a las órdenes del Estado. El anti-   en consecuencia las partidas militares, que sería lo propio en buena
militarismo tiene como objetivo desterrarla de nuestra cultura,          lógica democrática, el Ministerio propone convencer a la sociedad de
mediante la oposición sistemática a todos sus preparativos. De esta      que “el gasto en Defensa es gasto en seguridad y en estabilidad, fac-
manera, sería deshonesto ocultarles que nuestro sueño es ver a los       tores imprescindibles para el desarrollo y bienestar económico y
Generales en las colas del INEM, situación por lo demás tan común        social”.
para tanta gente de mi edad.
                                                                              15. Reconociendo que “existe una debilidad preocupante de la
     11. Por eso no estoy seguro sobre si los antimilitaristas tene-     conciencia de defensa nacional en la sociedad española en su con-
mos mucho que aportar en un lugar como éste, pues el esfuerzo de         junto, que no percibe claramente su necesidad”, la solución que se
ustedes está consistiendo en asistir a las Fuerzas Armadas en sus        apunta es “fomentar el sentido de la Defensa”, “insistir en la difu-


                                  322                                                                       323
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sión de la idea de que los Ejércitos son parte de la sociedad”,           ses no ha tenido gran interés en alistarse tras la abolición del
“fomentar también la identificación entre el pueblo y los Ejércitos”.     Servicio Militar Obligatorio.

     16. Este enfoque supone una transgresión clara de los princi-              18. Tras una apariencia pomposa bajo el lema de la “profesio-
pios democráticos: el Gobierno, en lugar de atender a la sensibilidad     nalización” y el “nuevo modelo de Fuerzas Armadas”, en realidad el
popular en cuestiones militares, se propone por todos los medios          Gobierno se ha visto obligado a improvisar precipitadamente una
adoctrinar a la sociedad sobre la necesidad de los Ejércitos, impo-       serie de medidas dudosamente practicables para encajar la deman-
ner ideológica y políticamente un sistema de Defensa que la socie-        da popular de abolición de la mili. Las contradicciones de esta deci-
dad realmente no demanda ni siente como suyo.                             sión van a ponerse de manifiesto en la fase de transición en los
                                                                          aspectos de financiación y contingente. Van a faltar dinero y reclu-
      17. La segunda gran dificultad actual para hacer realidad la        tas para llevar a cabo los planes de la profesionalización, y van a fal-
profesionalización está en los recursos humanos, el número de sol-        tar en última instancia porque estos planes no cuentan con respal-
dados necesarios para que el sistema de reclutamiento no quiebre          do popular, nuestra sociedad no desea ni financiarlos ni ver a sus
por completo en la fase de transición y se cubran los objetivos de        jóvenes en esas unidades militares.
tropa profesional. El informe advierte que en el “periodo transitorio”
existe “un riesgo considerable por el eventual efecto de desplaza-              19. De todos los terrenos de la vida pública, el militar es aquél
miento de jóvenes hacia la Objeción de Conciencia o hacia el apla-        en el que la lógica democrática se tropieza con la razón de Estado
zamiento por prórroga, lo que podría llegar a dejar a las Fuerzas         con mayor frecuencia y peor fortuna. Ante el llamado “divorcio
Armadas sin los efectivos necesarios”. Actualmente unas 800.000           Fuerzas Armadas - sociedad”, una realidad reconocida hasta por los
personas disfrutan de prórrogas, cifra que puede llegar hasta un          analistas más orgánicos, el sentido democrático demanda una lec-
millón, según las estimaciones del Ministerio, para el cual resulta-      tura alternativa a la que se está promoviendo desde las instancias
ría algo inaceptable que nada menos que un millón de personas             oficiales. La clase política, desertando de su mandato de represen-
escaparan del Ejército por el sencillo procedimiento del aplazamien-      tación popular, se sitúa en esta disyuntiva del lado de las Fuerzas
to. La solución que se propone es la “reducción progresiva de la          Armadas, y se propone solucionar su déficit de legitimidad ade-
bolsa de personal en prórroga”, es decir, introducir restricciones en     cuando la conciencia social a las necesidades militares: primero se
el sistema de aplazamientos, que beneficia a estudiantes o jóvenes        fijan los objetivos militares y luego se busca la manera de adecuar
trabajadores en su primer empleo. Estas medidas, que no son sino          a ellos la sociedad, hasta en su conciencia y opiniones.
una forma más de represión indiscriminada para evitar el desmoro-
namiento del Ejército, van a provocar una huida de gran parte de               20. Una comprensión democrática del divorcio Fuerzas
los afectados a la Objeción o a la insumisión. Durante el periodo de      Armadas - sociedad requiere invertir los términos de esta lógica,
transición (en principio hasta el año 2003) es probable que se pro-       situarse en el punto de vista de la sociedad. Asumir desde la socie-
duzca una desbandada bajo la consigna “tonto el último” y el siste-       dad en su sentido más positivo esta desafección por lo militar.
ma de reclutamiento haga aguas por todas partes según se acerque          Corresponderá al movimiento antimilitarista y otros movimientos
el día del fin de la mili. Así ha ocurrido en todos los casos similares   sociales actuar como agentes democratizadores, reivindicando ese
(Holanda, Bélgica, EE.UU.), en los que tampoco se han cumplido en         divorcio y promoviendo formas alternativas de Defensa, participa-
ningún caso los objetivos de reclutamiento voluntario por falta de        ción política y relaciones internacionales.
incentivos o motivación, es decir, porque la juventud de estos paí-
                                                                               21. Gracias por su atención, y hasta la próxima


                                   324                                                                       325
PARA QUE LA INSUMISIÓN NO
                   MUERA DE ÉXITO (1994)
                                               Rafael Sainz de Rozas


La deslegitimación de todo lo militar que actualmente se vive en
nuestra sociedad, con ser evidente, está lejos sin embargo de anti-
cipar el objeto que los antimilitaristas pretendemos con nuestras
campañas: una defensa sin ejército y una sociedad desmilitarizada.
A pesar de ello, a veces tendemos a conformarnos con resaltar la
clara falta de sintonía entre la opinión de la sociedad y la política del
gobierno en materia militar. Como si con ello quedase probado que
éste sería un país antimilitarista con sólo tener un gobierno sensi-
ble a las demandas de la ciudadanía.

        Es cierto, resulta encantador ver a aquel Teniente General
que hace poco se quejaba patéticamente de que su parroquia fuese
un semillero de objetores, donde los grupos jóvenes elaboraban
documentos en que se señalaba al ejército como causa de las gue-
rras. Proliferan los cursos de Educación para la Paz (hasta la


                                  327
EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA                                              SOBRE   EL AHORA Y EL DESPUÉS


LOGSE la ha incluido como parte del diseño curricular), nadie quie-                Por otro lado, están las que plantean directamente la aboli-
re ir a la mili ni cobrando, y la desobediencia civil a la ley de obje-   ción de los ejércitos. Si bien se trata de una reivindicación tradicio-
ción hace imposible poner en marcha de forma efectiva la prestación       nal de una parte del Movimiento por la Paz, han conocido un mayor
social sustitutoria, así como la represión ejemplarizante de los insu-    auge a raíz de experiencias como la del referéndum en Suiza, y entre
misos.                                                                    nosotros, al calor de los valores difundidos en torno al rechazo juve-
                                                                          nil de la mili. Valores que son asumidos por gentes de toda edad y
        Pero no es menos cierto que todo ello se produce en un con-       sexo. No podía ser de otro modo, pues la popularización de la insu-
texto especialmente favorable: un servicio civil desprestigiado, unas     misión no ha consistido —no sólo— en la existencia de un cierto
fuerzas armadas sin tradición de defensa de la democracia, una            número de desobedientes civiles, sino, sobre todo, en su capacidad
falta de conciencia social sobre la “necesidad” de defensa militar, e     para conectar con todo tipo de iniciativas sociales de lucha contra
incluso un individualismo imperante que ve ajeno cualquier refe-          la injusticia. Son ellas (sindicatos, organizaciones del mundo de la
rente colectivo que vaya más allá de intereses particulares o, a lo       cultura, de preservación del medio ambiente, de lucha contra la
más, corporativos. Ante este panorama, no es descabellado pensar          marginación, de solidaridad con el tercer mundo...) las que vienen
que los/as antimilitaristas estamos viviendo el “éxito” actual hasta      llenando de contenido el “objeto” de la defensa desde el que se aboga
cierto punto “de prestado”.                                               por la desaparición de las estructuras militares, por resultar tales
                                                                          estructuras inútiles frente a las amenazas de las que hay que defen-
        Imaginemos que, por una vez, los rectores de la política mili-    der los bienes colectivos.
tar española cuenten con el suficiente margen material —es decir,
que no tienen cortapisas de carácter presupuestario, ideológico, o de             Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que dicha
oportunidad política— como para comportarse con inteligencia y efi-       popularización ha llevado a que el sistema militar vigente sea cues-
cacia ante la ola pacifista que nos invade. Imaginemos que comple-        tionado por un sector de la población que no participa de esos valo-
tan en unos años el programa de profesionalización del ejército. Que      res. Esa mayoría desideologizada e individualista ante la que está
consiguen ir asimilando la estructura de las FAS a la del resto de        deslegitimada una prestación obligatoria como es la mili, pero que
países de la Unión Europea Occidental, de modo que participen —y          sería fácilmente reconducible hacia el apoyo a un sistema eficaz,
vendan esa participación a través de las correspondientes campa-          moderno y europeo de defensa. Sobre todo si se logra presentar de
ñas de imagen— en operaciones dirigidas a actuar sobre los focos          forma creíble como garantía de unas ciertas formas económicas y de
de inestabilidad definidos en el modelo de fuerzas armadas aproba-        participación política. De todo aquello que nos mantiene dentro de
do en junio de 1991: Europa Oriental, la amenaza del Sur y en gene-       un sistema acaso mejorable, pero ciertamente “el mejor de los posi-
ral cualquier situación “que ponga en peligro la defensa de los pro-      bles”. No parece descabellado pensar que la política gubernamental
pios intereses y de la acción política que la potencia económica de       ha de ir en esa linea. Y que tiene garantizado un cierto “éxito” entre
Europa requiere”.                                                         quienes participen de esta concepción de la “seguridad”.
        ¿Qué sería entonces de las propuestas pacifistas? Tenemos                  Sin embargo, ello no debería preocuparnos porque no signi-
por un lado los modelos “realistas”, del que es dignísimo exponente       ficaría la perdida de un apoyo real a los objetivos últimos que debe-
el diseñado por Vicenç Fisas: unas fuerzas armadas reducidas,             mos plantearnos. No podemos olvidar que toda alternativa al “cómo”
defensivas y profesionalizadas, al servicio de operaciones de “man-       hay que defenderse debe ir acompañada de una puesta en cuestión
tenimiento de la paz” bajo los auspicios de una Organización de las       del “qué” hay que defender. Incluso las propuestas pacifistas más
Naciones Unidas verdaderamente democratizada.


                                   328                                                                       329
EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA


“realistas”, como la de “defensa 2001” de Fisas carecerían de atrac-
tivo para quienes no estén dispuestos a llevar hasta este punto su
análisis. Y es que mientras no sea realista, por ejemplo, esperar un
replanteamiento de las relaciones entre los Estados que parta de la
dignidad de las personas, más que de las estructuras de poder real-
mente existentes, no hay razones para entender menos utópicas
estas propuestas que las que plantean directamente la abolición de
los ejércitos.

        Puede decirse que las luchas por la despenalización de la
insumisión y por la abolición de la mili han logrado sus objetivos
“técnicos”. Ahora es cuestión de tiempo —corto, por interés del pro-
pio gobierno— el que maduren los resultados. El reto que se nos
presenta es lograr que esos sectores que nos vienen apoyando lo
hagan desde los valores que dan sentido a estas campañas. En la
medida en que lo consigamos, la previsible transformación del ejér-                         INSUMISIÓN:
cito no redundará en una recuperación de su imagen ante la socie-
dad. Que lo que vayamos aboliendo sean los valores militares. Lo         CLAVES DE UNA ESTRATEGIA (1996)
demás vendrá por añadidura. Y no al revés.

[Publicado en En Pie de Paz, nº 33, verano 1994]                                                                                MOC València
                                                                           «Soy noviolento y considero que la historia tiene suficiente experien-
                                                                           cia de las consecuencias desastrosas de la violencia como para que
                                                                           nos sintamos obligados a experimentar otras vías de cambio social...
                                                                           Ya es hora de que la opinión pública haga presión en los gobiernos
                                                                           para que reduzcan lo más posible otros gastos, por ejemplo los mili-
                                                                           tares; cuando tantos hogares viven sumergidos en la ignorancia,
                                                                           cuando aún quedan por construir tantas escuelas, hospitales, vivien-
                                                                           das dignas de este nombre, todo derroche público o privado, todo
                                                                           gasto de ostentación nacional, toda carrera de armamentos es un
                                                                           escándalo intolerable... teniendo nuestro país tantas necesidades, no
                                                                           puedo ocupar mi tiempo en preparar desfiles militares...» (Pepe
                                                                           Beunza, declaración interrumpida por el Tribunal Militar que le juzgó
                                                                           en la ciudad de Valencia el 23 de abril de 1971).

                                                                       Año de celebraciones para el antimilitarismo. LXXV aniversario de
                                                                       la fundación de la War Resisters’ International (Internacional de
                                                                       Resistentes a la Guerra), a la cual nuestro movimiento está adscri-


                                   330                                                                  331
EN   LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA                                              SOBRE   EL AHORA Y EL DESPUÉS


to; veinticinco años del primer juicio militar a la objeción de con-      que faciliten la participación. La información circula de forma trans-
ciencia con contenido explícitamente político, por métodos novio-         parente y horizontal entre las personas de la asamblea (no existien-
lentos, el juicio a Pepe Beunza en Valencia; siete de campaña de          do cargos especializados ni jerarquías de ningún tipo), siendo el últi-
insumisión. Un año, también, de profundas reflexiones y probables         mo paso la toma de decisiones consensuada (pues han sido pros-
transformaciones. Buen momento para hacer balance.                        critas las votaciones) de forma acorde con una práctica real de
                                                                          democracia participativa (donde las personas no delegan en repre-
      Es manifiesto que tras estos años de insumisión, y bastantes        sentantes su poder de decidir y de participar).
más de antimilitarismo organizado, se han obtenido unos logros
anteriormente inimaginables: la insumisión se ha convertido en una              El colectivo, sujeto fundamental de esta transformación, no
cuestión de Estado poniendo en serio peligro el reclutamiento forzo-      está constituido única y exclusivamente por los insumisos. El hecho
so del ejército y lastrando el proceso de implantación de la              de serlo no legitima una mayor capacidad decisoria, así como tam-
Prestación Sustitutoria del Servicio Militar; ha salido a la luz públi-   poco la condición de preso justifica derecho alguno para imponer
ca el debate sobre modelos de defensa, poniendo en cuestión la figu-      pautas. El colectivo comprende a todas las personas, mujeres y
ra del ejército como elemento central del modelo de defensa milita-       hombres, que participan en esta lucha de transformación social
rista; han fracasado continuamente las medidas represivas adopta-         dentro de una vía asamblearia.
das por el gobierno; miles y miles de personas, entidades y organis-
mos oficiales y populares se han adherido y autoinculpado en soli-              El camino hacia una sociedad más justa y desmilitarizada
daridad con los represaliados, convirtiéndose así la insumisión en        pasa, ineludiblemente, por la incorporación de la misma en este
referente para otras luchas sociales.                                     proceso transformador, como auténtica protagonista del mismo. El
                                                                          movimiento antimilitarista no pretende erigirse en vanguardia ni
      La proyección social y la aceptación de la insumisión se debe       portavoz de nadie. La militarización de la sociedad no se soluciona
en gran parte al equilibrio mantenido entre sus fines y los medios        mediante la sustitución de poderes, sino organizando la convivencia
utilizados. La práctica asamblearia que caracteriza al movimiento         sobre otros valores y formas. Sustituyendo las violencias estructu-
antimilitarista inspira, de la misma forma, la manera en que se           rales (económica, política y cultural) así como las de respuesta.
establecen las relaciones con la sociedad a la que se dirige, buscan-     Organizando las relaciones sobre una distribución justa de la rique-
do generar compromiso y debate más allá de la mera simpatía. Es           za, el respeto de los derechos individuales y colectivos, así como de
ahí donde radica el potencial transformador y revolucionario de esta      las identidades culturales diferenciadas, la participación social acti-
apuesta.                                                                  va, la solidaridad, la relación armónica con el medio ambiente, etc.
                                                                          Cualquier forma de lucha, por justa que parezca y por justificada
     El asamblearismo supone, en buena lógica, la única forma de          que esté, no conduce necesariamente a una sociedad así definida.
afrontar una tarea organizativa y de toma de decisiones acorde a un       De este modo, el modelo de organización social que consigamos será
proyecto antimilitarista. Ello implica un proceso arduo pero enri-        acorde a los métodos de transformación que hayamos establecido.
quecedor, que parte de una reflexión previa, un análisis global en el     La desobediencia civil lleva en sí misma el germen de la nueva socie-
que se enmarque la estrategia. Dentro de este proceso cobra gran          dad. Ésta, como método de lucha y como filosofía de vida, no es
relevancia el debate en la asamblea (entendida ésta en un sentido         compatible con relaciones de poder ni actuaciones que reproducen
amplio), que será más profundo en función de la eficacia que tenga        las pautas militaristas, a pesar de que manifiesten un acercamien-
la puesta en común de la información, así como de los mecanismos          to o un posicionamiento favorable a la insumisión. Es fácil apreciar


                                   332                                                                       333
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Ahoraydespues

  • 1. sobre el ahora y el después
  • 2. La segunda mitad de los noventa viene marcada por el debate en el interior del MOC acerca de la necesidad de profundizar en la estrate- gia de desobediencia civil antimilitarista que ha venido siendo la insumisión. Se trataba de poner en marcha una nueva campaña mediante la que articular las respuestas que requieren, en primer lugar, las transformaciones actuales del modelo militar de defensa, y en segundo término los intentos de amortiguar la repercusión pública que la campaña de insumisión ha tenido en los últimos años, princi- palmente mediante la sustitución de parte de las penas de encarce- Abolición del Servicio lamiento con que se ha venido castigando la disidencia antimilitaris- ta por las nuevas modalidades de muerte civil y condena al ostracis- Militar e insumisión mo. en los cuarteles Finalmente, la insumisión en los cuarteles ve la luz, tras muchos meses de preparación, a principios de 1997. Así, tras un primer paso protagonizado por dos antimilitaristas de la ANOC (Asemblea Nacional de Obxección de Consciéncia) gallega, antimilitaristas insu- misos pertenecientes al MOC han ido respondiendo al llamamiento para incorporarse a filas, sometiéndose en apariencia a la obligato- riedad del Servicio Militar. Una vez obtenida su condición de milita- res, abandonan los cuarteles respectivos para presentar pública y colectivamente su desobediencia mediante acciones noviolentas, pre- 283
  • 3. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS ferentemente en escenarios ligados con la estructura militar de defen- sa (cuarteles, gobiernos militares, empresas armamentísticas...). Hasta el momento son alrededor de 30 los insumisos-desertores que, procedentes de Bilbao, Pamplona, Elche, Valencia, Tenerife, Madrid, Valladolid, Sevilla, Cáceres, Galicia, Barcelona, Palma de Mallorca y Menorca están desarrollando esta nueva forma de desobediencia civil antimilitarista. INSUMISIÓN EN LOS CUARTELES: UN PASO ADELANTE (1997) Movimiento de Objeción de Conciencia La insumisión en los cuarteles. Una nueva estrategia antimilitarista del MOC La insumisión en los cuarteles, como la insumisión hasta ahora practicada, es una estrategia basada en la desobediencia civil. Por ello conviene subrayar desde un primer momento lo siguiente: que la desobediencia no es una práctica sagrada para los antimilitaris- tas y las antimilitaristas, ni constituye tampoco necesariamente su esencia transformadora. La desobediencia para nosotros y nosotras es parte de la pro- puesta de defensa social alternativa a la defensa militar; una herra- mienta de incisión discursiva, la más eficaz que hemos encontrado en la actual situación política, con vocación de transformación de la realidad. Pero es una herramienta que puede ser puesta asimismo 284 285
  • 4. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS al servicio de pretensiones reaccionarias. Por lo tanto, en nuestro abandonarlo y realizar una presentación única colectiva, explicando empeño transformador se hace imprescindible ser cuidadosos con los motivos de la desobediencia. aquellos aspectos que le confieren un sentido de cambio social: el discurso y las prácticas que la acompañan. Posteriormente, el insumiso asumiría las consecuencias lega- les que de su acto se deriven y que se materializarán previsible- Respecto al primero, es necesario tener pre- mente en penas privativas de libertad, determinadas por Tribunales sente que el Ejército no es un poder aislado sino Militares en Consejos de Guerra. interrelacionado por completo con el resto de los poderes que dan estabilidad al estado de cosas pre- sente. Siendo nuestro objetivo provocar una trans- Por qué y para qué de la insumisión en los cuarteles formación de éste, nuestro discurso no debe sola- mente referirse a la deslegitimación del Ejército sino Como ya hemos insistido, nuestro principal objetivo es profundizar que debe tener en cuenta una perspectiva globali- en el proceso deslegitimador del Ejército, evidenciando sus verdade- zadora. ras funciones e iluminando su lado oculto, haciendo especial énfa- sis en el Ejército humanitario y en ese nuevo modelo profesional que En cuanto a las actitudes, no podemos reedi- la población está percibiendo en ocasiones con un matiz positivo tar aquellas que criticamos en otras instituciones. porque viene a solucionar las tensiones que el mantenimiento de la Es imprescindible mantener tanto la coherencia conscripción causa. como la conciencia del superior potencial de trans- formación de lo que se hace sobre lo que se dice. Por lo tanto, nos parece imprescindible enviar un mensaje claro, crítico, repetido y distinto al oficial en el momento en que el Se trata para nosotras y nosotros, por lo tanto, no de acabar «nuevo» Ejército se está alumbrando. Hemos de estar presentes en con el Ejército sin más, sino de transmitir en el proceso una ética el nacimiento de la enésima metamorfosis de la transformadora y emancipatoria a través de discursos y hechos. En bestia, obstaculizándola antes de que se consoli- este proceso queremos trabajar para encontrar vías de actuación y de entre la adhesión acrítica de amplios sectores expresión que nos permitan aparecer no como un movimiento «anti», sociales. sino constructor de algo alternativo. Nuestro proyecto necesitaba de un medio Qué es la insumisión en los cuarteles diferente que le aportara la fuerza que lo novedo- so posee para atraer el interés de la sociedad y La insumisión en los cuarteles quiere ser una nueva estrategia del cuya imagen no esté tan estrechamente unida a movimiento antimilitarista en un momento en el que los proyectos la mili como la de la insumisión que hasta ahora de cambio en el Ejército exigen una nueva dinamización que nos per- se ha practicado. Queremos evitar así, en lo posi- mita hacer frente a la hegemonía del pensamiento único. ble, apriorísticas asociaciones de ideas, invitando a otras personas y colectivos a escuchar nuestro Básicamente consiste en acudir al cuartel cuando así se le mensaje y nuestras propuestas. requiere al joven para, una vez adquirida la condición de militar, 286 287
  • 5. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS Además, la insumisión en los cuarteles continúa evidenciando Tras una campaña excesivamente larga, que ha generado ya que hay un conflicto entre el Ejército y la sociedad que hoy gira en cierto cansancio tanto en los colectivos como en la sociedad, nos torno al Servicio Militar pero que, con esta nueva estrategia, trata- encontramos ahora en un nuevo escenario decorado con nueva legis- remos de ampliar al modelo de Ejército en gestación, para contribuir lación y proyectos de cambio en los ejércitos. al desarrollo y extensión del debate respecto del modelo de defensa que la sociedad necesita y desea. La aparición de un nuevo Código Penal reconduce la regula- ción legal de la insumisión que, siguiendo la línea marcada por otras La insumisión en los cuarteles, estrategia que es compatible anteriores, trata de ocultar cada vez más la represión. A la vez, se con otras que han venido desarrollándose y sustituible por cual- esfuerza por desnaturalizar el debate restándole contenido antimili- quiera que pudiéramos considerar más adecuada, efectiva y cohe- tarista y transformador con el fin de que los insumisos aparezcan rente en un futuro, nos permite además, a nuestro juicio, resituar como un grupo de insolidarios en conflicto con la sociedad. el debate de nuevo en el terreno militar, lo cual puede facilitar tanto la adecuación de nuestro discurso como la percepción social de la Parece ser que en alguna medida el debate se está alejando de insumisión como una reacción al militarismo en sus múl- lo militar mientras, paradójicamente, los insumisos, las y los antimi- tiples expresiones y no como una vía de escape para inso- litaristas, entramos en esferas donde vamos a ser nosotros y noso- lidarios sociales que merecen reprobación y castigo. tras, y no los militares, quienes sentimos la necesidad de justificar no sólo nuestra desobediencia, sino incluso nuestra propia existencia. Con la insumisión en los cuarteles pretendemos respon- der a uno de los principales interrogantes que se nos Por otro lado, la irrupción del proyecto de profesionalización abren en el presente, a saber: ¿qué podemos hacer para del Ejército ha trasladado a la sociedad la idea de que «el problema acabar con el militarismo en sus metamorfosis actuales? de los insumisos» está en vías de solución, restándole así a la insu- Esta estrategia, como en general la desobediencia civil que misión un cierto dinamismo social. Esta idea se ha visto reforzada hemos venido practicando, supone un trabajo colectivo par- por el hecho de que algunos de los sectores que han venido apo- ticipativo y abierto, frente a la especialización y limitación yando la insumisión han basado su actitud más en motivos de sim- creciente en las responsabilidades de la defensa militar que supon- patía hacia quienes se niegan a hacer la mili o en la solidaridad para drá la profesionalización del Ejército y las pretensiones de profundi- con los presos que en una verdadera concienciación sobre el papel zar el secretismo institucional que rodea a las cuestiones de defensa. del militarismo en la configuración de nuestras sociedades. Insumisión - antimilitarismo: situación actual Nos encontramos, en definitiva, en una encrucijada en la cual esta mili en estado terminal es ya parte del pasado, mientras el futu- Desde que hace unos años pusiéramos en marcha la campaña de ro se va conformando con los nuevos ejércitos profesionales, meta- insumisión con tanta ilusión como incertidumbre, hemos ganado en morfoseados eventualmente en humanitarios, pero secretamente pre- presencia social y conseguido extender tanto la desobediencia como parados para mantener el injusto el discurso y las formas que a ésta han acompañado a sectores orden internacional que padece- amplios e ideológicamente muy variados. mos. Un Ejército que sigue en pie porque está al servicio del sosteni- miento de ciertos privilegios y 288 289
  • 6. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA desigualdades, mientras que su sola existencia supone una agre- sión a la paz en tanto que el despilfarro que supone el gasto militar impide destinar recursos necesarios a solventar urgentes carencias sociales; el florecimiento de una industria militar impulsa y, más aún, necesita de la existencia de guerras y muerte; etc. Los grupos antimilitaristas no podemos permanecer pasivos antes esta nueva realidad que nos exige un esfuerzo renovado, un desafío que nos llama a recobrar el impulso y la ilusión, a renovar el discurso y nuestras prácticas. Nuestra posición ante el Ejército Aunque como movimiento político transformador nuestro fin último es la construcción de un nuevo modelo de sociedad, todavía hoy seguimos creyendo que nuestra prioridad específica es trabajar por la desaparición de los ejércitos. INSUMISIÓN EN LOS CUARTELES En efecto, la desaparición de los ejércitos no es un fin en sí SOBRE UN FONDO DE AMAPOLAS mismo, pero su eventual disolución nos liberaría al menos de uno de (1997) los principales garantes y condiciones de posibilidad de un orden injusto, un obstáculo para la transformación social y una amenaza para una paz verdadera basada en la justicia. Carlos Pérez Barranco Cuando menos, trabajando por ello contribuimos a que nues- En la prisión militar de Alcalá de Henares, entre las grietas en el tras sociedades investiguen nuevas formas de resolver los conflictos cemento del suelo de su solitario patio, crece una sorprendente y, casi necesariamente, a buscar nuevas formas de organización variada flora. Mis conocimientos sobre botánica penitenciaria son social; análogamente cabe considerar un objetivo en proceso evi- comparables a la utilidad social del programa Eurofighter, pero me denciar el hecho de que el militarismo no es la única realidad posible. alcanzan para identificar esos colores rojos que nacen de la base del Consiguientemente, la desaparición de los ejércitos, e incluso el pro- muro de ladrillo interior, a salvo de la mirada de la garita de vigi- ceso de trabajo colectivo para la consecución de este objetivo, es lancia. Aquí y allá, las amapolas chillan su escandalosamente vivo imprescindible con vistas a una transformación social. y sólido color hacia arriba y hacia adelante, resistiéndose a ser sometidas por un entorno de cemento, ladrillo y valla metálica, de No es, pues, ni un discurso, ni un proyecto, ni un trabajo, ni colores apagados, espacios oscuros, rejas y fluorescentes. Su apa- un objetivo inútil. riencia es frágil pero consiguen aguantar los estirones del viento y el estruendo regular del vuelo de los aviones de caza. Metafóricas [Publicado en El Viejo Topo nº 107, mayo 1997] compañeras de desobediencia: floral la suya, civil la mía. 290 291
  • 7. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS Hace unos años se dio también esta conjunción de desobe- po, con el fin de amortiguar su resonancia social, se ha tratado de diencias. Entonces, esta arquitectura destinada a vigilar y someter hacer cada vez menos visible la represión ejercida sobre la insumi- albergó a las primeras oleadas de insumisos. Con un poco de ima- sión. Éste es el ánimo que hay detrás de medidas como la concesión ginación uno puede verles andando desnudos por los pasillos al de privilegios penitenciarios a los insumisos presos (paso inmediato negarse a vestir el uniforme militar, obligatorio por entonces, o diri- a régimen abierto) y, más recientemente, la entrada en vigor del giendo una charla antimilitarista a los desertores encima de una nuevo Código Penal el pasado año 1996, que inaugura una nueva mesa del comedor tras haber roto el estricto control que les separa- línea de represión silenciosa que sustituye a la prisión: la inhabili- ba de éstos, o intentando completar la palabra INSUMISIÓN sobre tación absoluta, la muerte civil. uno de los muros del patio o, en plena huelga de hambre, llegando al extremo de ejercer una de las peores violencias: la que se dirige Pero, a pesar de los intentos de amordazarla y envenenarla, contra tu propio cuerpo... la insumisión ha crecido y florecido irremediablemente hasta llegar a constituirse en «cuestión de Estado». Poca gente podía imaginarse En los seis o siete años que van desde entonces hasta ahora, a comienzos de 1989 que aquellos primeros cincuenta insumisos las amapolas probablemente han seguido floreciendo muros hacia que se presentaron públicamente iban a convertirse ocho años más adentro, contempladas como mucho por algún esporádico desobe- tarde en alrededor de 15.000, que muchas más personas iban a diente visceral que descubre su espíritu antimilitarista (o, al menos, implicarse en mayor o menor grado a través de grupos antimilita- antimilitar) en el interior de un cuartel. Muros hacia afuera, la insu- ristas o de apoyo a la insumisión en formas organizativas asamble- misión dejó de ser percibida por el poder militar como simple rebel- arias, que la causa de los insumisos despertaría simpatías sólidas día juvenil, como una protesta inarticulada, y se advirtió su verda- en medios sociales tan diversos como los judiciales o los periodísti- dera naturaleza de desobediencia premeditada, consciente y públi- cos, o que conseguiría contagiar el discurso de la desobediencia civil ca, su dimensión colectiva, la profundidad del cuestionamiento al en sectores ideológicos variados. reclutamiento forzoso y a la misma existencia del ejército, que lan- zaba a la sociedad su potencial multiplicador y el creciente movi- Este éxito no ha impedido a la imaginación antimilitarista miento de simpatía que despertaba. El ejército eludía el debate plan- continuar trabajando en estos años en la exploración de nuevos teado por los desobedientes civiles, pidiendo y obteniendo del enton- caminos para la desobediencia civil. La «insumisión en los cuarte- ces gobierno socialista protección jurídica a través de una nueva ley les» es su último hallazgo, la más reciente herramienta de lucha del servicio militar que la parapetaba tras la justicia civil, encarga- noviolenta parida después de varios años (demasiados quizás) de da artificialmente desde ese momento de la impopular tarea de reflexión, planificación, debate y búsqueda del momento más ade- reprimir la opción política representada por los insumisos. La nega- cuado. Una flor desobediente que quiere elevarse como las amapo- tiva a someterse al reclutamiento forzoso pasó a ser un delito perte- las de esta cárcel, en medio de un panorama gris hormigón o gris neciente a la jurisdicción civil. acero, sombrío y nada esperanzador. El anuncio de la desaparición del reclutamiento forzoso en España para principios del próximo Paralelamente, los sucesivos gobiernos del partido socialis- milenio hecho por el gobierno de Aznar el pasado año, no da para ta acometieron una campaña de verdadera «vacunación» de la opi- muchas alegrías a pesar del papel significativo que ha jugado la nión pública contra cualquier asomo de simpatía y apoyo hacia los insumisión en tal medida, puesto que conduce sin remedio a la pro- desobedientes, construyendo para ello una imagen oficial de los fesionalización total del aparato militar y por tanto a su enquista- insumisos como jóvenes egoístas, insolidarios, vagos y oscuramen- miento y consolidación. te relacionados con el entorno del terrorismo etarra. Al mismo tiem- 292 293
  • 8. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS El nuevo contexto internacional es, parece, el factor clave Ha sido en este año 1997 cuando han empezado a soplar que impulsa este proceso. Solamente ejércitos de especialistas, más nuevos vientos de insumisión, encarnados por los quince antimili- reducidos, móviles y dotados de la última tecnología de la muerte, taristas de Galicia, Elche, Bilbao, Pamplona, Valencia, Valladolid, pueden asumir el papel de gendarmes planetarios que tienen asig- Madrid, Sevilla, Palma de Mallorca y Barcelona, doce del nado en el desigual e injusto (y por eso no tan nuevo) orden mun- Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC) y dos de la Asamblea dial. Por ello, el final de la guerra fría no es el final de la OTAN sino de Objeción de Conciencia de Galiza (ANOC), que nos hemos dejado el comienzo de una (vieja) nueva que asegurará en última instancia disfrazar de soldados plegándonos en apariencia a la obligatoriedad la continuidad de las relaciones de sometimiento y saqueo del norte del servicio militar para luego seguir, como dijo George Brassens, «el sobre el sur. Este es el marco en el que entender el aumento del primer deber de un soldado consigo mismo: desertar». Pero, eso sí, gasto militar cuando en nombre de Maastricht se relativizan necesi- a diferencia de los 2.000 ó 3.000 desertores anuales del ejército dades sociales básicas, el impulso a la industria armamentística y español, públicamente, con estruendo y buscando la mayor reso- la entrada del Estado español en la estructura militar integrada de nancia posible mediante presentaciones colectivas y acciones la OTAN. Esta huida hacia adelante del militarismo busca legiti- noviolentas (strip-teases en gobiernos militares, pintadas de techos marse socialmente a través de la invención de nuevos enemigos de barracones de cuarteles, obras simbólicas de demolición de edi- (como por ejemplo, el terrorismo islámico o, genéricamente, la ines- ficios militares, ocupaciones de oficinas de empresas armamentísti- tabilidad política de los estados árabes), y de un humanitarismo cas...). De nuevo, puesto que los insumisos en los cuarteles adquie- armado que camufla la responsabilidad del norte en las causas ren la condición legal de militares, es el ejército el encargado, a tra- estructurales y el estallido final (a través del tráfico de armas) de los vés de la justicia militar, de articular la represión contra la disiden- conflictos que dice aliviar. Todo ello bajo la cobertura de un discur- cia antimilitarista al menos sobre el papel. En la so ideológico que martillea insistentemente las palabras «paz», práctica, no ha mostrado un excesivo interés en «seguridad» y «defensa», eso sí, entendidas desde la perspectiva mili- llevar a cabo tal labor porque solamente cuatro tar y estatal en el mejor de los casos. de los catorce insumisos en los cuarteles hemos sido encarcelados. La represión selectiva es una Evidentemente, nadie excepto una pequeña elite casi sacer- respuesta ya desplegada contra la insumisión y dotal ha participado en la confección de esta monstruosidad. Desde busca romper la identidad colectiva de las estra- el movimiento antimilitarista del Estado español nos resistimos a tegias desobedientes, dividir y desmoralizar a los quedarnos de brazos cruzados, en silencio. Hay que seguir deso- participantes. Nada de esto ha sucedido. bedeciendo. La insumisión en los cuarteles hereda la fuerza colecti- va de la insumisión al uso por ser una profundización de ésta pero, Así que la primavera de este año ha vuelto a traer amapolas a la vez, supone un salto cualitativo que permite distinguirla como y desobedientes civiles a la prisión militar de Alcalá de Henares. Los una nueva herramienta para iluminar el lado oculto del militarismo cuatro, Elías, Ramiro, Plácido y yo hemos «visitado» el interior de de hoy, participando sin permiso en sus recientes y próximas meta- esta saturación de instituciones disciplinarias: una cárcel dentro de morfosis con nuestro cuestionamiento y nuestra opción por una un cuartel. El colmo del militarismo. Y por tanto, un triste cemen- alternativa de defensa noviolenta, centrada en la seguridad huma- terio para libertades como la de expresión y pensamiento, un privi- na y con la desobediencia civil como herramienta esencial. legiado observatorio desde el que constatar la impresentable hipo- cresía que es esencia de la nueva imagen humanitaria y democráti- ca del ejército, cobijo de un rico bestiario que incluye cabecillas del 294 295
  • 9. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA terrorismo de estado, instrumentos del golpismo, espías de altos vuelos y, ahora también, antimilitaristas. Cada cual, claro, con su tratamiento individualizado: teléfonos móviles, comedor privado, ausencia de rejas y muros para unos, control ideológico para los otros. Prohibida para nosotros por tanto la posesión de cualquier material de contenidos antimilitaristas o «favorecedores» de la insu- misión, verdaderos objetos peligrosos para el «buen orden», la segu- ridad y la reeducación de los internos de esta cárcel. Preocupación vana la del coronel que dirige esta prisión ante la nada halagüeña perspectiva de tener circulando aquí dentro un número creciente de materiales antimilitaristas en un soporte espe- cialmente contagioso y móvil: insumisos en los cuarteles de actitud tranquila y abierta, cargándose de razón entre estos muros blancos, y demostrando la firmeza y sinceridad de sus convicciones. Con este fondo de amapolas desobedientes, en compañía de los cerca de cien insumisos que habitan las cárceles del Estado español. [Publicado en En Pie de Paz. Primavera 1998, y en Illacrua, nº52, mono- gráfico “Desobediència!”, 1998] 296
  • 10. ... NI EJÉRCITO PROFESIONAL SUSTITUTORIO (1989) José Luis Gordillo Ahora que el asunto de la OC ha saltado a la primera página de los periódicos y se ha convertido en un tema de debate público, resulta bastante indignante la aparente comprensión hacia los objetores que muestra la prensa liberal o el CDS (Centro Democrático y Social) y su interés en aprovechar el asunto para reivindicar un ejér- cito profesional. Merece la pena por ello insistir una y otra vez en que, desde un punto de vista antimilitarista e igualitarista, tampo- co se está de acuerdo en la propuesta liberal de suplantar el SMO por un ejército profesional. La reivindicación de un ejército profesional, por parte de los liberales, es muy funcional además a la creciente necesidad de los ejércitos de la OTAN de dotarse de personal especializado y cualifi- cado para el manejo de sus tecnificadas máquinas de guerra, o para sus operaciones de «despliegue rápido e intervención inmediata» en ¿Conclusiones? 299
  • 11. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS cualquier punto del planeta en donde peligren los intereses del blo- seguir coactivamente el aislamiento como carne de cañón de los pro- que occidental capitalista. Algunos militares españoles ya lo decla- pios explotados en el aparato de fuerza encargado de garantizar vio- ran sin demasiados tapujos. Por ejemplo Miguel Alonso Baquer lentamente la reproducción histórica de su propia explotación. Y –General de Infantería y ex profesor de Historia del Arte (sic) de la que esta coacción puede ser directa, como en el Servicio Militar obli- Guerra en la Escuela de Estado Mayor– afirma en un reciente libro gatorio, pero también derivada de las condiciones de desigualdad y suyo (Estrategias para la Defensa. Los elementos estratégicos de la empobrecimiento que se dan en el sistema capitalista. Así la policía situación militar en España, Instituto de Estudios Económicos, (el ingreso a la cual es «voluntario») de los distintos Estados está Madrid, 1988) que una de la «preferencias de nuestra estrategia siempre y mayoritariamente integrada por personas procedentes de actual de defensa» consiste en la «... inmediata disponibilidad, en los sectores pobres y marginales de la sociedad. En España, por caso de conflicto bélico, del sector profesional de la sociedad que ejemplo, muchos policías y guardias civiles son andaluces, extre- haya sido expresamente preparado para la lucha armada –fuerzas meños o gallegos pobres. En Italia los carabinieri son en su mayoría de intervención inmediata– durante los periodos de paz, sobre la «terronis», como llaman con evidente racismo los milaneses y los romántica esperanza en el éxito de una movilización de masas» (pág. turineses a las personas provenientes del sur del país que quieren 39, el subrayado es mío). La misma idea está formulada con más escapar de la miseria. claridad unas páginas después: «El problema estratégico español, con todas las salvedades que en gracia al principio de incertidum- La tarea policial de matar o repartir mamporros, es un trabajo bre se quieran introducir, está incardinado, caso de apertura de un sucio y «desagradable» del que se encargan «voluntariamente» en las periodo agudo de conflictividad, en tres direcciones preferentes (...) sociedades clasistas quienes no pueden conseguir otro trabajo, los más hacia la selectiva convocatoria de combatientes (ejército profe- pobres y marginados de siempre por pura necesidad de superviven- sional) que hacia la movilización omnicomprensiva de recursos cia. Por esa necesidad de supervivencia que no permite demasiados (ejércitos de masas)» (pág. 54). lujos morales. Las palabras de este ex profesor de la Historia del Arte (pos- Y esos son los que en EE.UU. forman el grueso del ejército pro- moderno arte, ciertamente) del matar institucionalizado, invitan a fesional después de haber sido abolida la conscripción. reflexionar, dicho sea de paso, sobre la excesiva importancia que se concede a la abolición de la conscripción entre algunos sectores del Llamar a eso «voluntario» es propio del liberalismo de un movimiento de objetores. Abolir la conscripción aisladamente y sin Milton Friedman, quien en su día también reivindicó la sustitución un crecimiento social de la hegemonía antimilitarista nos dejaría del ejército de leva por un ejército profesional «voluntario» («Why not –desde un punto de vista radicalmente pacifista– donde estamos. a voluntary army?», en The Draft, Sol Tax (ed.), University of Chicago Press, 1967), pero no tienen nada que ver con un pacifismo antimi- Pero volviendo a lo que nos ocupa, lo más repugnante de esta litarista o igualitarista. actitud liberal, aparentemente comprensiva con los objetores de conciencia, es la caracterización que hacen de su alternativa de ejér- Además, en las actuales circunstancias y en sociedades hedo- cito profesional como de «mili voluntaria». nistas y crecientemente despolitizadas como la nuestra, la plena profesionalización del ejército puede dar lugar a situaciones como la Afirmar esto implica callar que una de las principales perver- descrita por un profesor norteamericano en el número 53 de La siones morales del capitalismo ha consistido desde siempre en con- Puça i el General. 300 301
  • 12. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA Este profesor había combatido en la guerra del Vietnam para pasar más tarde a adoptar una posición crítica frente a la misma. Durante la crisis de los rehenes iraníes, por curiosidad, pidió a sus alumnos una votación a mano alzada para saber cuán- tos de ellos apoyarían una guerra norteamericana contra Irán. La inmensa mayoría estaba a favor de la guerra. A continuación pre- guntó cuántos serían favorables al retorno del Servicio Militar obli- gatorio. La inmensa mayoría estaba en contra. Es decir, al igual que Dan Quaile o Sylvester Stallone (evasor asimismo de la conscripción durante la guerra del Vietnam según explica el mismo profesor), todos eran muy patriotas a condición de dejar las faenas de matari- fe a los que siempre han hecho los trabajos sucios y desagradables. Por eso, junto a la reivindicación de la abolición de la cons- cripción militar y dándole tanta o más importancia si cabe, es pre- ciso insistir incansablemente en que por razones de ética pacifista o ÚLTIMAS PALABRAS: SOBRE EL igualitaria no se quiere ni Servicio Militar obligatorio ni ejército pro- fesional sustitutorio, sino la abolición de todos los ejércitos. Más AYER, EL HOY Y EL MAÑANA (1996) que nada para que no se nos confunda con «liberales» como Fernando Savater o Adolfo Suárez o el citado Milton Friedman, con Ramón Carratalá los cuales por supuesto no tenemos nada en común. [Publicado en En Pie de Paz nº 12, enero/febrero/marzo de 1989; pág. 5.] Soy de los que creen que el sentido de mirar hacia atrás, de recor- dar y analizar la historia, es el de aprender y comprender para seguir caminando hacia delante. Por ello tras ofreceros todas estas páginas de historia, quisiera terminar echando un vistazo a la actualidad. Como para muestra vale un botón, sólo me referiré a un par de cosas... Llama la atención la recuperación por parte del reciente Código Penal, el que llaman “de la Democracia”, del espíri- tu legislador del ala más ultraconservadora del franquismo, al menos en cuanto al tema que nos ocupa. Quizá pueden parecer palabras muy duras, pero por desgracia, para los que tenemos memoria, lo que últimamente se viene llamando por parte de los propios legisladores “muerte civil” de los objetores insumisos (los objetores que como hemos visto sostienen sus ideas hasta las últi- mas consecuencias) nos recuerda otras cosas. 302 303
  • 13. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS En 1971, el Gobierno envió una ley tratando de suavizar el sufrir cárcel... No soy capaz de resistir la tentación de transcribir problema de los objetores de conciencia. Tras ser discutido en la aquí las palabras de alguien cuya posición política está fuera de Comisión de Defensa Nacional de las Cortes, el proyecto dictamina- toda sospecha, y al que no se puede acusar de veleidades antimili- do resultó finalmente tan demencial que el propio Gobierno tuvo taristas de ningún tipo. En el debate sobre el proyecto de ley de que utilizar su prerrogativa para retirarlo. El proyecto que salió de 1971, Blas Piñar terminaba su intervención con las siguientes pala- la comisión, entre otras cosas, preveía una inhabilitación especial bras: que impediría a los objetores ejercer la enseñanza pública o priva- da. Asimismo, la ley del Código de Justicia Militar de 1973 preveía «Así pues, me opongo totalmente a la objeción de conciencia a para los objetores la «incapacidad de ejercer derechos público, la prestación del SM, me opongo al proyecto del Gobierno y al ostentar cargos y funciones públicas, establecer relaciones labora- informe de la Ponencia y a cualquier otro proyecto de ese tipo. bles y contractuales de todo orden con Entidades públicas o sub- Quiero advertir que el informe de la Ponencia no resuelve el vencionadas o intervenidas por el Estado, coentidades paraestatales problema: quedan al margen [de la ley] los objetores de con- autónomas y con las corporaciones de administración local, así ciencia por convicciones religiosas no acreditadas por su credo como para la docencia...». La rehabilitación sólo se obtenía por religioso, los de carácter no religioso, y los que, no queriendo medio del arrepentimiento y posterior cumplimiento del SM, o tras hacer el SM, tampoco aceptan un servicio militar sin armas ni sobrepasar la edad militar, que por entonces era de 38 años. ¡Es un servicio civil supletorio. La única solución que propongo y triste pensar que el código penal de una sociedad civil democrática reitero es que no cabe más que una serie de resoluciones pueda equipararse en algún sentido a un código militar de una dic- valientes: SM voluntario, SM con varias modalidades, etc». tadura! Y aún es más sangrante cuando otro de los temas de máxi- ma actualidad es el compromiso político de abolir en un plazo muy Y Jesús Viñas –uno de los cinco primeros de Can Serra–, desde posi- breve el SMO. Porque ello significa que se va a castigar con una ciones muy diferentes, opinaba para el libro de Xavi Rius La dureza extraordinaria algo que se espera que dentro de muy pocos Objeción de Conciencia, que probablemente el Ejército mismo aca- años no sea delito. baría aboliendo la conscripción por motivos de eficacia y operativi- dad, pero que entonces habría que trasformar la lucha hacia otras Y ese tema, el del Ejército profesional o voluntario, es la facetas del militarismo. Me viene a la cabeza que cuando en enero segunda cosa de la que quería hablar... Desde luego, desde nuestro de 1977 se publicó el decreto sobre OC, los objetores que estaban punto de vista, el que los jóvenes no tengan que dedicar un tiempo haciendo los SC y los restantes miembros de los colectivos de novio- de su vida, de manera forzada, a recibir formación militar y a lencia de todo el Estado (mujeres y hombres que no estaban en desempeñar funciones militares, representa un bien considerable situación de hacer su objeción) nos unimos aún más, creamos el para la vida personal de dichos jóvenes. Pero no era ese en absolu- MOC y sacamos una pegatina. Cuando llegue el día en que desapa- to el objetivo de nuestra objeción como cualquiera puede deducir de rezca la mili para dejar paso a un Ejército más “moderno”, la ins- todo lo leído hasta ahora. Nosotros no hemos pretendido acabar con cripción que había al pie de aquella pegatina seguirá siendo tan váli- el SMO, o al menos no era ese nuestro objetivo último. Lo que pre- da como entonces: LA LUCHA CONTINÚA. tendemos es una transformación social en la cual no hay lugar para ejércitos de ningún tipo, ni para el militarismo. Para desear un Ejército profesional no es preciso ser objetor, ni pacifista, ni antimi- litarista, ni noviolento; para conseguirlo no era preciso ni luchar, ni 304 305
  • 14. MIRANDO ATRÁS, MIRANDO ADELANTE (1998) Gonzalo Arias Bonet Yo no he sido objetor de conciencia. Cuando terminé mi servicio militar, hace ya casi medio siglo, estaba convencido de haber cum- plido mi deber de buen ciudadano. Puedo jactarme, no obstante, de haber sido un pionero dentro de mi generación en percatarme del profundo significado de la objeción de conciencia y de la noviolencia (quizá debería decir «la objeción de conciencia noviolenta») como pasos cruciales e insoslayables en el proceso de socialización huma- na, y de haber traducido ese convencimiento en actos concretos de apoyo a Pepe Beunza y a sus primeros seguidores. Por eso, sin duda, se me pide ahora una breve reflexión sobre la lucha de los objetores en España. El factor generacional condiciona indudablemente mis vivencias de aquellas luchas y mi reflexión de ahora. Otros factores pueden contribuir a ello (temperamento, educación...), pero es segu- 307
  • 15. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS ro que los veinte o veinticinco años que me separan de la generación do o manifiesto en el conjunto de la sociedad, está dentro de noso- de aquellos primeros objetores, y los muchos más de diferencia con tros mismos, y es la creencia difusa —compartida tal vez aún por la los insumisos actuales, explican diferencias de enfoque y de apre- mayoría— de que la sociedad necesita una cierta violencia «justa» ciación. para defenderse y subsistir, y que por lo tanto los ejércitos son nece- sarios. Los militares, no sin razón, se consideran cumplidores de un Hay ante todo una diferencia que juega contra mí. Se trata mandato de la sociedad. Estoy seguro de que muchos jóvenes insu- del que llamaré «radicalismo táctico» de muchos de los que se sitú- misos comparten esta manera de ver y respetan la conciencia del an en vanguardia de la lucha antimilitarista. Recordemos que los militar tradicional, de la misma manera que piden respeto para su primeros objetores reivindicaban la creación de un servicio civil sus- propia conciencia. titutorio e incluso muchos aceptaban que tal servicio fuese de más duración que el militar, lo que me parecía acertado dadas las cir- Partiendo de esta constatación de que los ejércitos encuen- cunstancias. Cuando se empezó a hablar de insumisión, lo creí un tran su justificación en un mandato tácito de la sociedad, podemos error táctico, dado el riesgo de pasar por insolidarios ante una opi- decir que el gran mérito de objetores e insumisos españoles ha sido nión pública inmadura y fácilmente manipulable. Pero la rápida conseguir, en un plazo relativamente corto si nos atenemos al ritmo evolución de la opinión y de los acontecimientos ha venido a dar la de evolución en países de nuestro entorno, que se tambalee esa jus- razón a los insumisos. Son ellos, aunque los políticos pretendan dar tificación. Hace treinta años el profetismo de los objetores podía otra visión de las cosas, quienes han conseguido, aplaudidos por parecer quimérico. Hoy han alcanzado las reivindicaciones explíci- amplísimos sectores de la opinión, dar al traste con la opresora ins- tas de entonces, y llevan camino de conseguir mucho más. titución de la conscripción militar. La sociedad, gracias al grito de conciencia de sus jóvenes En vísperas de la extinción de ésta, algunos insumisos acen- más lúcidos, se ha ido concienciando sobre la sinrazón de la «defen- túan todavía su combatividad y su radicalismo, con la táctica de sa armada», es decir del adiestramiento y la preparación sistemáti- «insumisión en los cuarteles», que por su carácter de provocación tal cos de recursos materiales y humanos destinados a producir muer- vez innecesaria suscita en mí alguna duda. Pero esta vez, aleccio- te y destrucción. El ciudadano se percata cada vez más de la gran nado por mi equivocación anterior, no me atreveré a decir que es un mentira de que los ejércitos le defienden. error. Hay que ir más lejos. Hay que hacer que el ciudadano Descarto, sin embargo, que sea sólo la edad o las reminis- corriente comprenda plenamente que un país civilizado y moderno cencias de otros tiempos lo que me lleva a distanciarme del tipo de puede subsistir sin industria de guerra y sin una institución encar- antimilitarismo irrespetuoso de las conciencias ajenas que se com- gada de planificar la guerra. Hay que hacerle vislumbrar el horizon- place en caricaturizar sistemáticamente a los militares como encar- te ilusionante de una dedicación a obras sociales y ayuda al tercer nación de la fuerza bruta y culpables únicos de las guerras. Esa mundo de las sumas billonarias que ahora se aplican a preparar clase de antimilitarismo agrio e insultante existe, pero no debe acciones mortíferas dentro o fuera de las fronteras. Hay que seguir tomarse como representativo de los objetores. El pensamiento denunciando y contrarrestando la propaganda militarista que trata noviolento, inspirador de los más lúcidos objetores e insumisos, de presentar como motivo de orgullo la participación española en sabe que el enemigo a combatir no se encarna en unos individuos, misiones de la OTAN o de las Naciones Unidas de eficacia más que una profesión o un sector de la sociedad: el enemigo está agazapa- dudosa, y que silencia o minimiza en cambio las muy valiosas ini- 308 309
  • 16. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS ciativas de las ONG. Mi mensaje actual a objetores e insumisos sería este: pres- tad más atención a la elaboración de planes sobre la manera de lle- nar el hueco que dejarían los actuales ejércitos. Presentad tales pla- nes como realizables aquí y ahora. Podéis discutir si conviene hablar de supresión del ejército, de su sustitución por unas briga- das de paz, por un servicio civil para la paz o algo parecido, o si es preferible más bien proponer una transformación radical del ejérci- to actual en un ejército noviolento. Lo importante es divulgar la doc- trina de la defensa noviolenta, conseguir que deje de verse como utopía irrealizable, y aunar voluntades para propugnarla. ¿ES POSIBLE UNA SOCIEDAD INSUMISA? (1996) Rafael Ajangiz Se apelotonan los aniversarios en este tramo final del siglo y no sé muy bien cómo asimilarlo. Por un lado percibo con satisfacción que es posible la promiscuidad, que la simultaneidad lo abraza, confun- de y relativiza, que hay un espacio compartido. Pero por otro me desconcierta ver que, en vez de unirse definitivamente para poten- ciar ese espacio, parece que rivalizan y compiten entre ellos para hacerse un hueco, sabedores de que al final algunos habrán de cele- brarse y que otros apenas llegarán a nombrarse. Por si acaso, corro a nombrar mis más cercanos: setenta y cinco años de la Internacional de Resistentes a la Guerra, veinte del Movimiento de Objeción de Conciencia, diez de insumisión. Diez años también de En Pie de Paz. Esta saludable revista, que nació de un fracaso relativo del movimiento pacifista/antimili- 310 311
  • 17. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS tarista, ha sido cómplice y testigo fiel de este éxito del movimiento repetido hasta la saciedad, nosotros/as entendemos el antimilita- antimilitarista/pacifista, necesariamente relativo también, que es la rismo como un compromiso de lucha por la justicia social, por un insumisión. Estoy, por tanto, en el lugar y en el momento perfecto cambio radical de las relaciones humanas y sociales –basta repasar para resumir el pasado y así pensar mejor el futuro. Y es desde las nuestros escritos en En Pie de Paz para comprobar que hemos ser- razones y sinrazones de ese juego entre pacifismo y antimilitarismo moneado sobre todo: género, ecología, educación, economía, rela- desde donde me resulta más sugerente hacerlo. ciones internacionales, autodeterminación, participación política... Y ahí entre lo verde, lo rojo, lo violeta y lo que haga falta para com- Los/as insumisos/as hemos oído ya muchas veces eso de que pletar el arco iris alternativo. somos buena gente, que tenemos razón, que hay que quitar la mili, que nuestra postura es de admirar, que no hay derecho a que nos Esta globalidad es la que nos hermana y la que nos permite metan en la cárcel y que merecemos todo el apoyo del mundo. Y nos intersubjetivizar nuestras experiencias, la que hace posible y la vez apoyan, y estamos encantados/as. Es lo que esperamos de nuestras indeclinable que profundicemos en las movilizaciones como la insu- madres y padres, de los/as amigos/as y de la sociedad en abstrac- misión. Y es que los/as antimilitaristas, no sólo individualmente, to. Es un puntazo que sean cómplices de una desobediencia y que sino sobre todo colectivamente, hemos vivido la evolución de la obje- sean capaces de razonarla y defenderla a su manera. ción a la insumisión como un aprendizaje intenso e integral y tene- mos cosas que contar y compartir. Pero nuestras expectativas para con las gentes del abanico pacifista y alternativo en general son razonablemente distintas. La Por ejemplo, que hemos aprendido a pensar y a tomar decisio- insumisión es mucho más que una defensa de la libertad individual nes compartidas. Y eso que cada cual era de su madre y de su o que una cuestión de conciencia y coherencia personal, es un pro- padre. Quiero decir que había de todo entre nosotros/as: formados yecto de sociedad puesto en marcha. Por eso considero decepcio- /as en las más diversas ideologías, de esas que lo explican todo o nante, y no quiero que nadie se ofenda, que entre compañeros/as casi todo, informados/as pero no formados/as en ideología alguna, de utopía sea tan escaso el debate sobre los contenidos más centra- y también desinformados/as –hoy adjetivarían al movimiento de les de ese proyecto societario, o que incluso alguien pueda llegar a plural, ¡qué tontería!. Y la verdad es que eso no constituyó ningún decir que la insumisión no tiene otra traducción política que la problema. Simplemente recurrimos al sentido común, nos pareció desaparición de la conscripción y la reformulación del modelo de de lo más natural volcar ese todo sobre la asamblea, derretirlo en defensa. Sobre todo, y aquí está la contradicción, cuando al mismo un melting pot en el que, huelga decirlo, nunca hubo un a priori tiempo se reivindica la tarea colectiva de construir una nueva cul- indiscutible, y cuyo resultado final era lo que terminaba pasando el tura de paz y de igualdad. tamiz del consenso. Un consenso que, por otra parte y como resul- tado de nuevas incorporaciones, era algo siempre inacabado, imper- No sé si la razón de ese reduccionismo se encuentra en una fecto, en constante reelaboración. opción por reformar el modelo básico de democracia formal y de organización social que tenemos, pero evitando que se descompon- No éramos de nadie. Lo que salía de allí era lo que nosotros/as ga el orden establecido. O si se entiende por militarización y milita- decidíamos, ideológica, organizativa y estratégicamente. Y a su vez rismo sólo aquello que tiene que ver con armas y militares. En cuyo esos consensos, como la pescadilla que se muerde la cola, nos defi- caso, evidentemente no estamos de acuerdo. Muy brevemente, como nían a nosotros/as. Y ello unido a las solidaridades y lazos afectivos se refleja en nuestra declaración ideológica [del MOC] y como hemos que se dan en todo proceso colectivo y a ese subidón de adrenalina 312 313
  • 18. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS que es jugarse la libertad dio como resultado lo que los doctores lla- lencia de participación igual a voto de representación –y de paso esa man identidad colectiva y que nosotros/as llamamos movimiento. otra de movilización igual a manifestación convocada para refrendar al representante. Ideológicamente, esa identidad colectiva se fue convirtiendo en vacuna contra el pragmatismo radical, ese que vicia la política de Pero, claro, toda lucha hace frontera con sus obviedades. Y la partidos. ¿Que por qué? Pues porque vivíamos la incertidumbre de nuestra es que no teníamos poder, no éramos nadie en el juego polí- un proyecto siempre inacabado, siempre decidiéndose, obligada- tico, tan sólo portadores/as de unas ideas tan ambiciosas como mente utópico. Un proyecto que no se construía sobre pasos nece- poco prácticas, de unos discursos que encajaban mal con los pro- sarios o un diseño preestablecido, sino en referencia constante a gramas de nuestro entorno más próximo. Y entonces decidimos unas líneas maestras tan imposibles como irrenunciables. Y la uto- desobedecer. Primero por coherencia, todo hay que decirlo, era pía no es algo que nos podamos jugar a la carta de los pactos a corto nuestra forma de ser. Pero luego porque la desobediencia nos hacía y de los posibilismos de la política formal. Y es que además éramos fuertes. Y es que empezamos a comprobar la certeza de ese pensa- un poco mesiánicos/as: ese proyecto nos trascendía, no era nuestro miento típicamente libertario que dice que el de arriba se mantiene bienestar lo que perseguíamos sino el de la sociedad, el bien común. sobre nuestro consentimiento. Una desobediencia noviolenta, claro, no podría reproducir lo que no aceptábamos. Organizativamente, estaba muy claro que había que materiali- zar, ensayar el futuro. Se hace camino al andar, el árbol está en la Hasta aquí la teoría, una teoría que debería bastar para enten- semilla, y todo eso. Y si queríamos una sociedad horizontal e igua- der por qué éramos tan pesados/as en ciertas cosas allá por el refe- litaria, lo más natural era trabajar en asamblea y prescindir de car- réndum, que nos ganaron –nos llevaron a su mesa de juego, a jugar gos, jerarquías o diferenciación de funciones. Y allí lo social y lo per- con sus cartas, y nos empujaron a apostarlo todo a una carta; una sonal se confundían, se determinaban recíprocamente. La asamblea y no más, nos prometimos. Si bien no todo era teoría, también había era el triunfo de lo colectivo y el consenso era el triunfo del indivi- una práctica, la de la colectiva, los sobrevenidos, la educación para duo. El valor ejecutivo de una asamblea de voluntarios/as se cimen- la paz, la objeción fiscal, los campos de tiro... Es decir, que había taba en que el compromiso era a la vez de todos/as y cada uno/a. una base, ciertamente sólida, cuando nos llegó el momento de la Ah, y las asambleas se subsumían en asambleas mayores, de tal verdad, el momento de la desobediencia. Y montamos la insumisión. manera que el movimiento se convertía en un red de redes donde la distancias físicas no se traducían en distancias políticas y donde Nadie decidió por nosotros/as, lo decidimos en asamblea, hablar de centro y periferia no tenía sentido. entre todos/as. No fue una apuesta sino un caminar sobre seguro, sobre el seguro de nuestra propia grupalidad construida de convic- Estratégicamente, el punto de salida y de llegada era la ciones y solidaridades –esta es la fuerza que sostiene a quien se sociedad. Había que implicarla activamente en su propia transfor- enfrenta a la cárcel. Elegimos el conflicto sabiendo que la represión mación, convertirla en la protagonista de su propio destino, eso de se metamorfoseaba en un coste de legitimación para el represor y, recuperar el poder prestado y ejercerlo, eso de la autodeterminación al mismo tiempo, en catalizador de procesos alternativos de partici- autodeterminada. Aquí el discurso era importante: la movilización pación política, de autogestión social. Que la sociedad se entiende y del consenso antecede –y acompaña siempre– a la movilización se construye desde la utopía compartida y no a partir de complejas social. Pero igual de importante era diseñar herramientas que tra- matrices de elecciones racionales en función del ratio coste/benefi- dujesen el consenso en acción y rompiesen la esclavizante equiva- cio de cada cual. 314 315
  • 19. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS Y metimos las manos en el barro, y nos las manchamos bien, hace y deshace el poder, y esa atracción fatal nos impide ver lo apro- no crean, porque conocíamos los límites, la coherencia de nuestro vechable que hay en nosotros/as mismos/as y en las pequeñas proyecto, nuestra propia identidad colectiva. Y en la vorágine de la cosas que conseguimos hacer funcionar, las que en verdad cons- acción aprendimos más cosas. Aprendimos a relacionarnos con la truyen la sociedad del futuro. Hay propuestas creativas y globales selva mediática, a proveer formatos noticiables que se autoexplica- en marcha y una de ellas es la insumisión. ¿La conocemos? Pues ban sin palabras. Aprendimos a servirnos de la potencia simbólica comprobar si todos los verbos que hay en este artículo tienen tam- de las instituciones y de las mediaciones políticas y a evitar que bién conjugación es muy fácil: basta con acercarse al movimiento decidieran por nosotros/as, a movernos con soltura por encima de antimilitarista –salvando algunas distancias geográficas si hace las barricadas de siempre para construir consensos resistentes a la falta–, y sumergirse un poquito en él. Las puertas están abiertas, manipulación partidaria. Aprendimos a crecer organizativamente, a como siempre. Sean todos/as bienvenidos/as. ser eficaces sin pervertir los modos, a no depender económicamen- te de nadie. Aprendimos a combatir el desaliento de los abandonos, la frustración de los fracasos, el cansancio de la rutina, aprendimos de nosotros/as mismos/as. Han pasado algunos años de eso –a mí personalmente me parece un siglo– y han pasado muchas cosas en el mundo, también en nuestro mundo alternativo: algunas movilizaciones se han apa- gado y otras han nacido. Hay quien dice que es ley de vida. También quien se mortifica con el sonsonete de que son malos tiempos para la música. Ahí, en este tipo de creencias, es precisamente donde la movilización antimilitarista tiene el valor de la excepción: lleva vein- te años dando la vara y su insumisión sigue siendo hoy de lo más contundente que podemos llevarnos a la boca. Con todo, habrá personas que no estén de acuerdo con lo escrito, que me acusen de haber exagerado las tintas. Y con razón. Ninguna realidad es tan perfecta. Pero tampoco tan imperfecta como para pasarla por alto. Es decir, que si la insumisión funciona y los/as que estamos en ella consideramos que no hemos renunciado a los principios que nos definen como personas y como movimiento, algo habrá que merezca la pena para otras gentes hermanas. Y vice- versa, claro, el aprendizaje vicario es una necesidad de todos/as. Los/as del arcoiris gastamos más tiempo en hablar de eman- cipación que en emanciparnos. Llevamos demasiados años reivindi- cando, mirando hacia arriba, volcados/as en la denuncia de lo que 316 317
  • 20. ESTÁN USTEDES HABLANDO CON UN DELINCUENTE (1997) Xabier Agirre Xabi Agirre fue invitado en mayo de 1997 a declarar como especialista ante la Comisión Mixta Congreso-Senado encargada de tratar la transición al nuevo modelo de Fuerzas Armadas: el escrito que a continuación podrás leer -publicado asimismo en la revista El Viejo Topo, nº 111, octubre de 1997- fue su intervención de 21 puntos ante Sus Señorías] Buenas tardes tengan ustedes y gracias por su invitación. Mi nom- bre es Xabier Agirre Aranburu. He venido directamente desde La Haya (Países Bajos) donde estoy trabajando en la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia y Ruanda, gracias a una beca concedida por el Ararteko (Defensor del Pueblo del País Vasco); el mismo Xabier Markiegi ha comparecido ante esta Comisión hace unas semanas. Tengo entendido que las razones para invitarme han sido diversos estudios elaborados y mi expe- riencia personal sobre las cuestiones que les ocupan. Pueden uste- des ver mis contribuciones en el dossier que les he entregado. Mis 319
  • 21. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS opiniones se expresan a título particular. electorales. Luego vendrían las reformas del año 91 y otras, inclu- yendo numerosos esfuerzos por disuadir la Objeción de Conciencia 1. He de comenzar advirtiéndoles que, de acuerdo con las leyes y castigar la insumisión. que ustedes mismos han aprobado, están ustedes hablando con un delincuente. Soy insumiso, juzgado y condenado a un año de pri- 5. Pero la abolición del Servicio Militar Obligatorio era una sión, y en el momento actual me encuentro en libertad provisional. cuestión elemental de derechos humanos y libertades democráticas. Sus leyes me han convertido en un delincuente, pero no han podi- Si desde el XVIII entendemos que la democracia es el régimen de la do impedir que me sienta orgulloso de mi delito, que hago lo posible voluntad popular y los derechos humanos, no podía haber institu- por extender. ción más opuesta a ambos criterios, más antidemocrática, que el reclutamiento militar forzoso. Desde el derecho a la libertad hasta, 2. Precisamente por mi condición de insumiso es hoy para mí en ocasiones, el derecho a la vida, el Servicio Militar atentaba direc- una satisfacción estar aquí, participando en las últimas etapas del tamente contra los principios más elementales de la dignidad huma- proceso de abolición del Servicio Militar Obligatorio. Hoy puedo na y ciudadana. Que la voluntad popular era contraria a su mante- decir ante ustedes con legítimo orgullo que soy parte del colectivo de nimiento era algo del todo evidente. Y sin embargo durante años el insumisos, porque sé que, sin nuestro esfuerzo, ustedes probable- esfuerzo de muchos de ustedes ha sido primordialmente marginar y mente no estarían hoy aquí reunidos. castigar a quienes, asumiendo compromisos y riesgos personales, estaban reclamando el fin de esta imposición humillante. 3. Ha sido preciso andar un largo camino para llegar hasta este punto. Han de saber y ser conscientes de que hay poco de espontá- 6. Veo a la gente más joven que yo y tengo la satisfacción de neo en el fenómeno de la insumisión. Se trata del fruto de mucho saber que ellos no tendrán que pasar por la humillación de vestir un esfuerzo anónimo, del trabajo organizado del movimiento antimili- uniforme militar contra su voluntad, ni tendrán que simular ningu- tarista. Cuando la mayoría de ustedes no prestaban mayor atención na enfermedad para evitarlo, ni tendrán que acabar en la cárcel si a este tema, nosotros ya nos pasábamos días enteros discutiendo en deciden oponerse. Me felicito por ello, y nos encargaremos de expli- nuestras asambleas, viajando para aprender de compañeros y com- carles a las generaciones que van a verse liberadas de esta servi- pañeras y de víctimas del militarismo en otros países, nos prepará- dumbre que esto fue posible porque antes que ellos un puñado de bamos cuidadosamente para la desobediencia civil contra el hombres y mujeres libres decidieron organizarse, luchar y desobe- Ejército; no sólo para luchar por la abolición del Servicio Militar decer las órdenes militares sin esperar a que los políticos resolvie- Obligatorio, sino para hacer además de este acontecimiento un paso ran este problema ni atender a sus consejos de obediencia. de desmilitarización social, para acercarnos de esta manera hacia la abolición efectiva del mismo Ejército. 7. La abolición de la mili es una conquista social histórica. Cientos de miles de personas, la sociedad entera, se va a ver direc- 4. Cuando en 1989 empezamos a presentarnos ante los tamente beneficiada por el fin de esta imposición, y en gran parte Gobiernos Militares, expresando de manera pública, directa y novio- deberán estar agradecidas al movimiento antimilitarista y a los lenta nuestra desobediencia, la mayoría de la gente pensaba que la insumisos por ello. Si se olvida o menosprecia la contribución de la abolición de la mili era inconcebible, una locura radical. Sin embar- insumisión a esta conquista social, como pretende el discurso ofi- go en las elecciones de aquel mismo año sus partidos políticos toma- cial de la profesionalización, con su jerga tecnocrática y su oportu- ron nota de la cuestión y el tema entró en la feria de las promesas nismo político, será preciso reivindicar una y otra vez la memoria de 320 321
  • 22. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS todo el trabajo colectivo, la movilización y represión que fueron problemas de impopularidad, de persistente deslegitimación. Y el necesarias para alcanzar la abolición del Servicio Militar nuestro, por el contrario, en celebrar esta impopularidad de lo mili- Obligatorio. tar como un síntoma de salud moral e ideológica de nuestra socie- dad, y hacer lo posible por ahondarla y darle consciencia política, 8. Ahora los insumisos y antimilitaristas podemos sentarnos y hasta alcanzar a disolver por completo la institución militar. contemplar satisfechos el espectáculo del fin de la mili, y seguir con interés todas las dificultades que ustedes se están encontrando para 12. Los planes oficiales, y en concreto el informe “Nuevo hacer realidad esta medida, al mismo tiempo tan popular y tan difí- Modelo de Fuerzas Armadas” que inauguró las sesiones de esta cil de realizar sin dañar el sistema militar. Comisión, vienen acompañados de declaraciones grandilocuentes del tipo: “el objetivo que se persigue no es profesionalizar las actua- 9. ¿Han pensado ustedes sobre lo absurdo de la represión con- les Fuerzas Armadas, sino algo más ambicioso: construir unas nue- tra los insumisos? Ustedes siguen castigando a jóvenes por oponer- vas Fuerzas Armadas profesionales”, y otras similares. Este género se a una institución cuya abolición ustedes mismos ya han asumi- de declaraciones constituyen una exageración publicitaria, una do. La conducta de los insumisos no presenta peligrosidad social manera de hacer más atractivo el producto, y no están en modo alguna. Lejos de amenazar a nuestra sociedad, es vista con simpa- alguno justificadas por los planes expuestos, que son básicamente tía por amplios sectores, y como ustedes saben, los estudios de opi- una serie de especulaciones estadísticas y medidas de viabilidad nión coinciden en señalar que nuestra sociedad desaprueba la incierta, concebidas precipitadamente para realizar la abolición de represión contra este colectivo. Por este motivo, en buena lógica la mili de la manera menos traumática para la estructura militar. democrática, el castigo penal no tiene ninguna justificación. Ustedes además han aprobado nuevas formas de represión aún si 13. Prácticamente se puede decir que los únicos aspectos vera- cabe más infames contra los insumisos, como es la inhabilitación, ces del informe del Ministerio de Defensa aparecen al referirse a las utilizando la presión y la ansiedad que las dificultades para encon- dificultades prácticas para establecer un Ejército profesional. trar un empleo provocan entre los jóvenes como un instrumento de represión. Si esta es su sensibilidad a una cuestión de esta impor- 14. La primera de ellas, la financiación, pues no se puede tancia, quién puede extrañarse de que la falta de interés e ilusión obviar la impopularidad del gasto militar: “la sociedad... es reacia al por el sistema democrático se extienda entre los jóvenes. incremento del gasto de Defensa”. Se reconoce que el gasto militar es impopular, pero en lugar de atender a esta sensibilidad y reducir 10. La guerra es el asesinato a las órdenes del Estado. El anti- en consecuencia las partidas militares, que sería lo propio en buena militarismo tiene como objetivo desterrarla de nuestra cultura, lógica democrática, el Ministerio propone convencer a la sociedad de mediante la oposición sistemática a todos sus preparativos. De esta que “el gasto en Defensa es gasto en seguridad y en estabilidad, fac- manera, sería deshonesto ocultarles que nuestro sueño es ver a los tores imprescindibles para el desarrollo y bienestar económico y Generales en las colas del INEM, situación por lo demás tan común social”. para tanta gente de mi edad. 15. Reconociendo que “existe una debilidad preocupante de la 11. Por eso no estoy seguro sobre si los antimilitaristas tene- conciencia de defensa nacional en la sociedad española en su con- mos mucho que aportar en un lugar como éste, pues el esfuerzo de junto, que no percibe claramente su necesidad”, la solución que se ustedes está consistiendo en asistir a las Fuerzas Armadas en sus apunta es “fomentar el sentido de la Defensa”, “insistir en la difu- 322 323
  • 23. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS sión de la idea de que los Ejércitos son parte de la sociedad”, ses no ha tenido gran interés en alistarse tras la abolición del “fomentar también la identificación entre el pueblo y los Ejércitos”. Servicio Militar Obligatorio. 16. Este enfoque supone una transgresión clara de los princi- 18. Tras una apariencia pomposa bajo el lema de la “profesio- pios democráticos: el Gobierno, en lugar de atender a la sensibilidad nalización” y el “nuevo modelo de Fuerzas Armadas”, en realidad el popular en cuestiones militares, se propone por todos los medios Gobierno se ha visto obligado a improvisar precipitadamente una adoctrinar a la sociedad sobre la necesidad de los Ejércitos, impo- serie de medidas dudosamente practicables para encajar la deman- ner ideológica y políticamente un sistema de Defensa que la socie- da popular de abolición de la mili. Las contradicciones de esta deci- dad realmente no demanda ni siente como suyo. sión van a ponerse de manifiesto en la fase de transición en los aspectos de financiación y contingente. Van a faltar dinero y reclu- 17. La segunda gran dificultad actual para hacer realidad la tas para llevar a cabo los planes de la profesionalización, y van a fal- profesionalización está en los recursos humanos, el número de sol- tar en última instancia porque estos planes no cuentan con respal- dados necesarios para que el sistema de reclutamiento no quiebre do popular, nuestra sociedad no desea ni financiarlos ni ver a sus por completo en la fase de transición y se cubran los objetivos de jóvenes en esas unidades militares. tropa profesional. El informe advierte que en el “periodo transitorio” existe “un riesgo considerable por el eventual efecto de desplaza- 19. De todos los terrenos de la vida pública, el militar es aquél miento de jóvenes hacia la Objeción de Conciencia o hacia el apla- en el que la lógica democrática se tropieza con la razón de Estado zamiento por prórroga, lo que podría llegar a dejar a las Fuerzas con mayor frecuencia y peor fortuna. Ante el llamado “divorcio Armadas sin los efectivos necesarios”. Actualmente unas 800.000 Fuerzas Armadas - sociedad”, una realidad reconocida hasta por los personas disfrutan de prórrogas, cifra que puede llegar hasta un analistas más orgánicos, el sentido democrático demanda una lec- millón, según las estimaciones del Ministerio, para el cual resulta- tura alternativa a la que se está promoviendo desde las instancias ría algo inaceptable que nada menos que un millón de personas oficiales. La clase política, desertando de su mandato de represen- escaparan del Ejército por el sencillo procedimiento del aplazamien- tación popular, se sitúa en esta disyuntiva del lado de las Fuerzas to. La solución que se propone es la “reducción progresiva de la Armadas, y se propone solucionar su déficit de legitimidad ade- bolsa de personal en prórroga”, es decir, introducir restricciones en cuando la conciencia social a las necesidades militares: primero se el sistema de aplazamientos, que beneficia a estudiantes o jóvenes fijan los objetivos militares y luego se busca la manera de adecuar trabajadores en su primer empleo. Estas medidas, que no son sino a ellos la sociedad, hasta en su conciencia y opiniones. una forma más de represión indiscriminada para evitar el desmoro- namiento del Ejército, van a provocar una huida de gran parte de 20. Una comprensión democrática del divorcio Fuerzas los afectados a la Objeción o a la insumisión. Durante el periodo de Armadas - sociedad requiere invertir los términos de esta lógica, transición (en principio hasta el año 2003) es probable que se pro- situarse en el punto de vista de la sociedad. Asumir desde la socie- duzca una desbandada bajo la consigna “tonto el último” y el siste- dad en su sentido más positivo esta desafección por lo militar. ma de reclutamiento haga aguas por todas partes según se acerque Corresponderá al movimiento antimilitarista y otros movimientos el día del fin de la mili. Así ha ocurrido en todos los casos similares sociales actuar como agentes democratizadores, reivindicando ese (Holanda, Bélgica, EE.UU.), en los que tampoco se han cumplido en divorcio y promoviendo formas alternativas de Defensa, participa- ningún caso los objetivos de reclutamiento voluntario por falta de ción política y relaciones internacionales. incentivos o motivación, es decir, porque la juventud de estos paí- 21. Gracias por su atención, y hasta la próxima 324 325
  • 24. PARA QUE LA INSUMISIÓN NO MUERA DE ÉXITO (1994) Rafael Sainz de Rozas La deslegitimación de todo lo militar que actualmente se vive en nuestra sociedad, con ser evidente, está lejos sin embargo de anti- cipar el objeto que los antimilitaristas pretendemos con nuestras campañas: una defensa sin ejército y una sociedad desmilitarizada. A pesar de ello, a veces tendemos a conformarnos con resaltar la clara falta de sintonía entre la opinión de la sociedad y la política del gobierno en materia militar. Como si con ello quedase probado que éste sería un país antimilitarista con sólo tener un gobierno sensi- ble a las demandas de la ciudadanía. Es cierto, resulta encantador ver a aquel Teniente General que hace poco se quejaba patéticamente de que su parroquia fuese un semillero de objetores, donde los grupos jóvenes elaboraban documentos en que se señalaba al ejército como causa de las gue- rras. Proliferan los cursos de Educación para la Paz (hasta la 327
  • 25. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS LOGSE la ha incluido como parte del diseño curricular), nadie quie- Por otro lado, están las que plantean directamente la aboli- re ir a la mili ni cobrando, y la desobediencia civil a la ley de obje- ción de los ejércitos. Si bien se trata de una reivindicación tradicio- ción hace imposible poner en marcha de forma efectiva la prestación nal de una parte del Movimiento por la Paz, han conocido un mayor social sustitutoria, así como la represión ejemplarizante de los insu- auge a raíz de experiencias como la del referéndum en Suiza, y entre misos. nosotros, al calor de los valores difundidos en torno al rechazo juve- nil de la mili. Valores que son asumidos por gentes de toda edad y Pero no es menos cierto que todo ello se produce en un con- sexo. No podía ser de otro modo, pues la popularización de la insu- texto especialmente favorable: un servicio civil desprestigiado, unas misión no ha consistido —no sólo— en la existencia de un cierto fuerzas armadas sin tradición de defensa de la democracia, una número de desobedientes civiles, sino, sobre todo, en su capacidad falta de conciencia social sobre la “necesidad” de defensa militar, e para conectar con todo tipo de iniciativas sociales de lucha contra incluso un individualismo imperante que ve ajeno cualquier refe- la injusticia. Son ellas (sindicatos, organizaciones del mundo de la rente colectivo que vaya más allá de intereses particulares o, a lo cultura, de preservación del medio ambiente, de lucha contra la más, corporativos. Ante este panorama, no es descabellado pensar marginación, de solidaridad con el tercer mundo...) las que vienen que los/as antimilitaristas estamos viviendo el “éxito” actual hasta llenando de contenido el “objeto” de la defensa desde el que se aboga cierto punto “de prestado”. por la desaparición de las estructuras militares, por resultar tales estructuras inútiles frente a las amenazas de las que hay que defen- Imaginemos que, por una vez, los rectores de la política mili- der los bienes colectivos. tar española cuenten con el suficiente margen material —es decir, que no tienen cortapisas de carácter presupuestario, ideológico, o de Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que dicha oportunidad política— como para comportarse con inteligencia y efi- popularización ha llevado a que el sistema militar vigente sea cues- cacia ante la ola pacifista que nos invade. Imaginemos que comple- tionado por un sector de la población que no participa de esos valo- tan en unos años el programa de profesionalización del ejército. Que res. Esa mayoría desideologizada e individualista ante la que está consiguen ir asimilando la estructura de las FAS a la del resto de deslegitimada una prestación obligatoria como es la mili, pero que países de la Unión Europea Occidental, de modo que participen —y sería fácilmente reconducible hacia el apoyo a un sistema eficaz, vendan esa participación a través de las correspondientes campa- moderno y europeo de defensa. Sobre todo si se logra presentar de ñas de imagen— en operaciones dirigidas a actuar sobre los focos forma creíble como garantía de unas ciertas formas económicas y de de inestabilidad definidos en el modelo de fuerzas armadas aproba- participación política. De todo aquello que nos mantiene dentro de do en junio de 1991: Europa Oriental, la amenaza del Sur y en gene- un sistema acaso mejorable, pero ciertamente “el mejor de los posi- ral cualquier situación “que ponga en peligro la defensa de los pro- bles”. No parece descabellado pensar que la política gubernamental pios intereses y de la acción política que la potencia económica de ha de ir en esa linea. Y que tiene garantizado un cierto “éxito” entre Europa requiere”. quienes participen de esta concepción de la “seguridad”. ¿Qué sería entonces de las propuestas pacifistas? Tenemos Sin embargo, ello no debería preocuparnos porque no signi- por un lado los modelos “realistas”, del que es dignísimo exponente ficaría la perdida de un apoyo real a los objetivos últimos que debe- el diseñado por Vicenç Fisas: unas fuerzas armadas reducidas, mos plantearnos. No podemos olvidar que toda alternativa al “cómo” defensivas y profesionalizadas, al servicio de operaciones de “man- hay que defenderse debe ir acompañada de una puesta en cuestión tenimiento de la paz” bajo los auspicios de una Organización de las del “qué” hay que defender. Incluso las propuestas pacifistas más Naciones Unidas verdaderamente democratizada. 328 329
  • 26. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA “realistas”, como la de “defensa 2001” de Fisas carecerían de atrac- tivo para quienes no estén dispuestos a llevar hasta este punto su análisis. Y es que mientras no sea realista, por ejemplo, esperar un replanteamiento de las relaciones entre los Estados que parta de la dignidad de las personas, más que de las estructuras de poder real- mente existentes, no hay razones para entender menos utópicas estas propuestas que las que plantean directamente la abolición de los ejércitos. Puede decirse que las luchas por la despenalización de la insumisión y por la abolición de la mili han logrado sus objetivos “técnicos”. Ahora es cuestión de tiempo —corto, por interés del pro- pio gobierno— el que maduren los resultados. El reto que se nos presenta es lograr que esos sectores que nos vienen apoyando lo hagan desde los valores que dan sentido a estas campañas. En la medida en que lo consigamos, la previsible transformación del ejér- INSUMISIÓN: cito no redundará en una recuperación de su imagen ante la socie- dad. Que lo que vayamos aboliendo sean los valores militares. Lo CLAVES DE UNA ESTRATEGIA (1996) demás vendrá por añadidura. Y no al revés. [Publicado en En Pie de Paz, nº 33, verano 1994] MOC València «Soy noviolento y considero que la historia tiene suficiente experien- cia de las consecuencias desastrosas de la violencia como para que nos sintamos obligados a experimentar otras vías de cambio social... Ya es hora de que la opinión pública haga presión en los gobiernos para que reduzcan lo más posible otros gastos, por ejemplo los mili- tares; cuando tantos hogares viven sumergidos en la ignorancia, cuando aún quedan por construir tantas escuelas, hospitales, vivien- das dignas de este nombre, todo derroche público o privado, todo gasto de ostentación nacional, toda carrera de armamentos es un escándalo intolerable... teniendo nuestro país tantas necesidades, no puedo ocupar mi tiempo en preparar desfiles militares...» (Pepe Beunza, declaración interrumpida por el Tribunal Militar que le juzgó en la ciudad de Valencia el 23 de abril de 1971). Año de celebraciones para el antimilitarismo. LXXV aniversario de la fundación de la War Resisters’ International (Internacional de Resistentes a la Guerra), a la cual nuestro movimiento está adscri- 330 331
  • 27. EN LEGÍTIMA DESOBEDIENCIA SOBRE EL AHORA Y EL DESPUÉS to; veinticinco años del primer juicio militar a la objeción de con- que faciliten la participación. La información circula de forma trans- ciencia con contenido explícitamente político, por métodos novio- parente y horizontal entre las personas de la asamblea (no existien- lentos, el juicio a Pepe Beunza en Valencia; siete de campaña de do cargos especializados ni jerarquías de ningún tipo), siendo el últi- insumisión. Un año, también, de profundas reflexiones y probables mo paso la toma de decisiones consensuada (pues han sido pros- transformaciones. Buen momento para hacer balance. critas las votaciones) de forma acorde con una práctica real de democracia participativa (donde las personas no delegan en repre- Es manifiesto que tras estos años de insumisión, y bastantes sentantes su poder de decidir y de participar). más de antimilitarismo organizado, se han obtenido unos logros anteriormente inimaginables: la insumisión se ha convertido en una El colectivo, sujeto fundamental de esta transformación, no cuestión de Estado poniendo en serio peligro el reclutamiento forzo- está constituido única y exclusivamente por los insumisos. El hecho so del ejército y lastrando el proceso de implantación de la de serlo no legitima una mayor capacidad decisoria, así como tam- Prestación Sustitutoria del Servicio Militar; ha salido a la luz públi- poco la condición de preso justifica derecho alguno para imponer ca el debate sobre modelos de defensa, poniendo en cuestión la figu- pautas. El colectivo comprende a todas las personas, mujeres y ra del ejército como elemento central del modelo de defensa milita- hombres, que participan en esta lucha de transformación social rista; han fracasado continuamente las medidas represivas adopta- dentro de una vía asamblearia. das por el gobierno; miles y miles de personas, entidades y organis- mos oficiales y populares se han adherido y autoinculpado en soli- El camino hacia una sociedad más justa y desmilitarizada daridad con los represaliados, convirtiéndose así la insumisión en pasa, ineludiblemente, por la incorporación de la misma en este referente para otras luchas sociales. proceso transformador, como auténtica protagonista del mismo. El movimiento antimilitarista no pretende erigirse en vanguardia ni La proyección social y la aceptación de la insumisión se debe portavoz de nadie. La militarización de la sociedad no se soluciona en gran parte al equilibrio mantenido entre sus fines y los medios mediante la sustitución de poderes, sino organizando la convivencia utilizados. La práctica asamblearia que caracteriza al movimiento sobre otros valores y formas. Sustituyendo las violencias estructu- antimilitarista inspira, de la misma forma, la manera en que se rales (económica, política y cultural) así como las de respuesta. establecen las relaciones con la sociedad a la que se dirige, buscan- Organizando las relaciones sobre una distribución justa de la rique- do generar compromiso y debate más allá de la mera simpatía. Es za, el respeto de los derechos individuales y colectivos, así como de ahí donde radica el potencial transformador y revolucionario de esta las identidades culturales diferenciadas, la participación social acti- apuesta. va, la solidaridad, la relación armónica con el medio ambiente, etc. Cualquier forma de lucha, por justa que parezca y por justificada El asamblearismo supone, en buena lógica, la única forma de que esté, no conduce necesariamente a una sociedad así definida. afrontar una tarea organizativa y de toma de decisiones acorde a un De este modo, el modelo de organización social que consigamos será proyecto antimilitarista. Ello implica un proceso arduo pero enri- acorde a los métodos de transformación que hayamos establecido. quecedor, que parte de una reflexión previa, un análisis global en el La desobediencia civil lleva en sí misma el germen de la nueva socie- que se enmarque la estrategia. Dentro de este proceso cobra gran dad. Ésta, como método de lucha y como filosofía de vida, no es relevancia el debate en la asamblea (entendida ésta en un sentido compatible con relaciones de poder ni actuaciones que reproducen amplio), que será más profundo en función de la eficacia que tenga las pautas militaristas, a pesar de que manifiesten un acercamien- la puesta en común de la información, así como de los mecanismos to o un posicionamiento favorable a la insumisión. Es fácil apreciar 332 333